OJO DE VIDRIO
Saber beber
Saber beber
Ramón Rocha Monroy / Si los bolivianos, aún sin reducir el consumo ritual, el viernes de soltero, el presterío, los matrimonios y fiestas en salones fastuosos, nos acostumbráramos a beber moderadamente pero todos los días, el consumo subiría y la cerveza, en especial, podría mostrar todas las excelentes virtudes que tiene para la fermentación, es decir, para la buena digestión y, por tanto, para la buena salud.
Una profesión novedosa, que proviene de la Química, es la de ser doctor en fermentaciones. Los viejos alquimistas trataban de generalizar el problema cuando consideraban que todo en la vida era fermentaciones, incluida la conformación de los cristales y los minerales, tal como lo subraya Gastón Bachelard en “La formación del espíritu científico”. El rector de la Universidad de San Simón, Lucio Gonzales Cartagena, es consultor internacional en esa especialidad y afirma que una sola de las cervecerías de España elabora virtualmente toda la producción de cerveza de Bolivia. Esta forma de consumo no se debe únicamente a la población de España, superior a la de Bolivia (en un caso, más de 47 millones de habitantes para 2012 y en el otro, 10 y medio millones para el mismo año), sino a los hábitos de una población acostumbrada a tomar sus cañas toda vez que puede.
En un programa de preparación para la Festividad de la Virgen de Urkupiña, el doctor afirmaba que los topes de mortalidad por consumo de alcohol están entre los que consumen demasiado y los que no consumen nada, los que son totalmente abstemios. En el medio, hay una sociedad grata, que ha adquirido sólidos hábitos de consumo, los cuales le sirven de tónico al corazón y de estimulante natural para la digestión. En Bolivia, por una curiosa costumbre de clase media urbana, que se extiende al ámbito rural por el culto de la fiesta, uno evita consumir alcohol durante toda la semana, pero el viernes consume por todo el mes. No se puede concebir una fiesta sin la correspondiente ofrenda de alcohol y coca, o la ingesta de abundantes cajas de cerveza, que dura tres días con conjuntos electrónicos y danzantes, para luego volver al hábito de la abstinencia. Es la vigencia o los resabios de la comunidad, del sentido comunitario de las cosas. En una comunidad, uno no puede ser ladrón, no puede ser mentiroso, no puede ser flojo. En las comunidades hay una costumbre rural que se extiende a las ciudades intermedias: el miramiento, la vigilancia al éxito o el fracaso de tu vecino, la envidia y otros sentimientos coetáneos, de modo que no puedes permitirte atentar contra la máxima incaica.
Mi generación, que habita en los valles, se ha caracterizado por beber cantidades navegables de cerveza, con los consiguientes efectos en el reumatismo, la gota o la hipertensión; pero es que nunca nos enseñaron cómo beber una bebida de tan excelente calidad.
Aquí está la raíz del mejor consumo de estas bebidas fermentadas, que consumidas sin exceso, son sanas para el organismo. Moderadamente, pero todos los días. El hombre es un animal de costumbres. Si educáramos el organismo para el consumo cotidiano de bebidas fermentadas y una que otra destilada, pero en proporciones que ayuden y no perjudiquen al organismo, no sólo aumentaríamos los índices de consumo de estos productos, que son de tan buena calidad en Bolivia, sino que gozaríamos de buena salud.
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