EDITORIAL
Bolivia y Ecuador, dos experiencias exitosas
Bolivia y Ecuador, dos experiencias exitosas
En Bolivia se han conservado los mecanismos de redistribución directa de la renta hidrocarburífera y ese es sin duda un acierto que merece ser reconocido
Aunque ya no es novedoso, pues son muchos los informes de importantes organismos internacionales que durante los últimos tiempos se han expresado en términos sumamente elogiosos sobre el desempeño de la economía boliviana, el más reciente estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo dependiente de Naciones Unidas, según el cual nuestro país liderará este año el crecimiento económico en Sudamérica, ha sido recibido con gran entusiasmo por las autoridades gubernamentales.
A quienes tienen en sus manos la administración de la economía nacional no les falta motivo para estar contentos, pues no es nada habitual que haya tanta coincidencia entre los organismos internacionales especializados en el área económica. En el caso del Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2014, Bolivia aparece como un ejemplo digno de seguir, pues sus proyecciones de crecimiento, calculadas en 5.5% son las más altas de la región. Esta vez el segundo lugar corresponde a Ecuador, país que habría desplazado a Perú y Colombia en el podio de los que se perfilan como más exitosos.
Ante tal panorama, el primer dato que llama la atención es el enorme contraste entre Bolivia y Ecuador, en un extremo de la tabla, y Venezuela y Argentina, en el otro. Es sorprendente tal situación, pues los cuatro países tienen en común una retórica anticapitalista, antiimperialista y populista muy similar.
¿Qué es lo que hace la diferencia entre unos y otros? Es la pregunta ante la que surgen de inmediato dos rasgos que aparentemente son los que contienen la explicación del fenómeno.
Uno de ellos, el más evidente, es la perseverancia con que Ecuador y Bolivia han mantenido una disciplina fiscal relativamente rigurosa si se la compara con casos como el de Venezuela o Argentina. Ecuador lo ha hecho al mantener al dólar como su moneda de curso legal, lo que se constituye en una barrera contra la tentación de disponer arbitrariamente de las arcas fiscales.
En lo que a Bolivia corresponde, por lo menos parte de la explicación se halla en la combinación de la buena racha de precios de las materias primas –minerales y gas en nuestro caso– con la abundancia de esos recursos, lo que es directo resultado de inversiones hechas en gestiones anteriores, a lo que se sumó eficiencia a la hora de distribuir los beneficios.
Esa eficiencia relativa, por su parte, tiene una muy sólida base. Es que, como lo hizo notar uno de nuestros columnistas, el actual Gobierno heredó un sistema de distribución de la renta gasífera que escapa en gran medida del control gubernamental. Los diferentes bonos, cuya esencia se conservó más allá de los cambios de nombres, tienen para ello una importancia muy especial. En términos prácticos, son el equivalente al papel que juega el dólar en Ecuador como un dique de contención a la tendencia al derroche.
De cualquier modo, el hecho de que Ecuador se haya mantenido atado al dólar, y que en Bolivia se hayan conservado los mecanismos de redistribución directa de la renta hidrocarburífera son sin duda aciertos que merecen ser reconocidos.
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