EDITORIAL
Misicuni, entre el escepticismo y la esperanza
Misicuni, entre el escepticismo y la esperanza
Son nueve los meses de paralización y, a pesar de los anuncios, las obras no se reanudan. Lo peor es que los hechos no dan lugar a muchas esperanzas
La semana que concluye ha sido pródiga en noticias relacionadas con la marcha del Proyecto Múltiple Misicuni. Y como no podía ser de otro modo, dada la enorme importancia que el PMM tiene para el futuro de nuestra región, todos quisiéramos que ellas marquen el final de la cadena de frustraciones y el inicio de una nueva etapa en la que los errores hasta ahora cometidos con tan funestos resultados sean definitivamente superados.
Lamentablemente, como ya es lo normal cuando de este tema se trata, no es fácil dejarse llevar por el optimismo, como sería de desear, pues no dejan de ser más las dudas que las certidumbres. Es que a pesar del esmero que los ejecutivos de la Empresa Misicuni ponen en su afán de mostrar el aspecto positivo de cada paso que dan, no dejan de ser muy evidentes los cabos sueltos que se van dejando en el camino.
Desde una mirada esperanzadora, podría decirse que entre las buenas noticias se destaca la suscripción entre Empresa Misicuni y el holding China Camce Engineering Bolivia Brochs de un contrato para la ejecución de la presa. Como se recordará, la constructora se adjudicó dos de los cuatro paquetes para el reinicio de las obras que restan por realizar de la segunda fase del proyecto.
Ahora, sólo queda esperar que Camce proceda de inmediato con la reanudación de las obras para la construcción de la presa, vertedero y obras subterráneas y que los 54,1 millones de dólares, monto muy superior al originalmente presupuestado, esta vez sea suficiente para que la obra se termine sin más contratiempos. Es de esperar también que las dos semanas de demora con que se procedió a la firma, las que dejaron entrever algunas falencias que traen a la memoria circunstancias similares del pasado, no sean un mal augurio.
Igualmente buena fue la noticia que durante el lunes pasado dio el presidente de la Empres Misicuni sobre la inminente reanudación de la parte de las obras que fue adjudicada a la empresa mexicana Tecno Suelo. Lamentablemente muy poco duró el entusiasmo, pues sólo 24 horas después el anuncio fue desmentido por los hechos. Tecno Suelo no comenzó a trabajar, supuestamente porque no cuenta con el combustible necesario para hacer funcionar sus equipos y, según sus ejecutivos, no se sabe cuándo será resuelto tan importante problema.
En el otro platillo de la balanza, el que corresponde a las malas noticias, se destaca la relativa a las dificultades que la Empresa Misicuni está afrontando para dar con el paradero del representante legal del Consorcio Hidroeléctrico Misicuni, un misterioso individuo de cuya existencia real se tienen pocos datos. Ese no es un pequeño detalle, pues son muchos los millones de dólares que están en litigio y no hay información alguna sobre el estado actual de los procesos judiciales con que ambas partes, la EM y el CHM, se vienen amenazando desde hace ya mucho tiempo.
En ese contexto, y dados los antecedentes del caso, no resulta fácil, a pesar de los buenos propósitos, ver con optimismo lo que el futuro inmediato le depara al proyecto más esperado por los cochabambinos. Y mientras los hechos no demuestren lo contrario, habrá que seguir sumando los meses durante los que las obras están paralizadas.
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