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Los últimos paganos de Irak
Los últimos paganos de Irak
Sanjeev Sanyal.- Ahora que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha ordenado a última hora realizar ataques aéreos y dejar caer desde el aire paquetes de ayuda humanitaria con alimentos y provisiones para los refugiados del norte de Irak, finalmente el mundo está tomando medidas contra el Estado Islámico (EI). En cosa de unos cuantos meses, el grupo yihadista, que hasta hace poco se autodenominaba el Estado Islámico de Irak y Siria, ha logrado controlar grandes áreas de ambos países, donde proclamó un nuevo “Califato”. Pero la verdadera razón para temerlo no es su apetito por el poder, sino la manera sistemática y fría en que está aniquilando el pasado social, cultural y demográfico de la región.
En unas cuantas semanas, el EI prácticamente ha borrado la totalidad de la población cristiana y musulmana chií de las tierras que controla. Ya no quedan cristianos en Mosul, donde residían algunas de las comunidades más antiguas de esta religión. En una campaña contra la idolatría se han destruido en público artefactos asirios de incalculable valor.
De hecho, ni siquiera sus correligionarios suníes que no comparten su interpretación extrema del Islam han corrido mejor suerte: el EI ha demolido varios santuarios muy reverenciados, entre ellos uno del que se decía era la Tumba de Jonás.
Con todo lo terrible que suena esto, lo peor de la persecución ha estado dirigida a los yazidíes, un antiguo grupo religioso que habita entre los kurdos, compuesto por menos de medio millón de personas, de las cuales dos tercios viven cerca de la ciudad de Mosul, en el norte de Irak. El resto vive repartido en los países vecinos, como Siria, Armenia y Turquía. En Alemania y Estados Unidos existen comunidades de inmigrantes recientes.
Aunque a lo largo de los siglos ha recibido influencias del cristianismo y el islam, la religión yazidí tiene antiguas raíces paganas que se remontan al menos a la Edad del Bronce. Resulta interesante que sus creencias tengan muchas similitudes con el hinduismo (por ejemplo, creen en la reencarnación, rezan mirando al sol al amanecer y al atardecer, e incluso tienen un sistema de castas). Además, adoran a Malak Taus, el ángel pavo real, ave que se puede encontrar en el subcontinente indio pero no en las tierras yazidíes.
Si bien no hay claridad sobre el origen de los yazidíes, hay evidencias culturales y genéticas que apuntan a que se trataría de restos de tribus indias que habrían migrado en el segundo milenio antes de Cristo. Existen bastantes evidencias de los vínculos indios con Oriente Próximo durante la Edad del Bronce. Por ejemplo, el zoroastrismo, la religión del antiguo Irán (con la que se relacionan las creencias religiosas de los yazidíes) se vincula estrechamente con el hinduismo temprano.
A lo largo de los siglos, tanto cristianos como musulmanes llamaron a los yazidíes “adoradores del demonio” y los persiguieron implacablemente, en especial bajo los turcos otomanos en los siglos XVIII y XIX. En varias masacres murieron cientos de miles de ellos, y casi se acabó con ellos como pueblo.
Bajo Saddam Hussein, los yazidíes no sufrieron una persecución religiosa abierta, aunque se les presionó para arabizar su cultura. Desde entonces, las cosas han ido empeorando. En abril de 2007, 23 yazidíes varones fueron sacados de un bus y ejecutados por pistoleros. Cuatro meses después, una serie de ataques con coches bomba mataron al menos 300 más, entre ellos niños y mujeres.
Hoy los yazidíes se enfrentan a la mayor crisis de su historia. El Estado Islámico ha dado a los cristianos de Mosul a escoger si convertirse, pagar la jizya (un impuesto especial que deben pagar los no musulmanes en virtud de la Sharia) o abandonar sus hogares. Los yazidíes ni siquiera han tenido esas opciones: los matan sin previo aviso, por “adorar al demonio”.
El corazón del territorio yazidí se encuentra mayoritariamente bajo control del Estado Islámico. La pequeña ciudad de Sinjar, único lugar del mundo con mayoría yazidí, cayó a principios de agosto, cuando los combatientes kurdos se vieron obligados a retirarse. Poco a poco llegan noticias de masacres a gran escala. Muchos refugiados escaparon a las montañas, donde han quedado atrapados en enclaves cada vez más pequeños. Se dice que cientos ya han muerto de hambre y sed. El sitio de peregrinaje yazidí más sagrado, Lalish, corre el riego de ser demolido.
Lamentablemente, ha habido poca repercusión en los medios de comunicación sobre la suerte que enfrentan los yazidíes. Tal vez los paquetes de ayuda humanitaria y las promesas de intervenciones estratégicas de Estados Unidos, junto con una posible operación conjunta con las fuerzas kurdas (rearmadas por los estadounidenses), puedan rescatar a los supervivientes, pero parece poco probable que puedan regresar pronto a sus hogares.
Hace siglos los zoroastrianos sufrieron persecuciones en Irán y la India. Sus descendientes, la pequeñísima comunidad parsi, siguen viviendo allí. ¿Quién dará refugio a los últimos paganos de Irak?
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