Jueves, 21 de agosto de 2014
 

EDITORIAL

El 21 de agosto y las lecciones de la historia

El 21 de agosto y las lecciones de la historia



Fechas como la que hoy se conmemora deben servir para aprender las lecciones de la historia y evitar que los errores se repitan

Hoy se recuerda los 43 años del golpe de Estado que luego de cruentos enfrentamientos, particularmente en Santa Cruz y La Paz, culminó con la posesión del entonces coronel Hugo Banzer Suárez en la Presidencia de la República en reemplazo del general Juan José Torres. Se inició de ese modo una nueva etapa del ciclo militar iniciado en 1964, y que mucho ha costado a la República tanto en el plano humano como en el económico.
Como es ya habitual en este espacio editorial, consideramos que es importante mantener vivo el recuerdo de este y otros episodios importante de la historia contemporánea de nuestro país porque esa es una de las mejores maneras de evitar que los errores del pasado se repitan. Recordar el pasado y reflexionar sobre las circunstancias que los hicieron posibles es en especial importante para las nuevas generaciones, las que más riesgo corren de sufrir las consecuencias de la fragilidad de la memoria colectiva.
Es necesario recordar que durante los siete años de la dictadura, fueron conculcados los derechos ciudadanos. Los sindicatos fueron intervenidos, se intervino a las Universidades Autónomas, y se desató una dura represión, especialmente contra agrupaciones de centro e izquierda y todo disidente sufría el rigor de la cárcel, la tortura y en no pocos casos, su eliminación física. Se llegó al extremo de que el propio mandatario de entonces instruyó en alguna ocasión a sus seguidores, en un acto público, a eliminar a los opositores porque, al hacerlo, servían al país.
Un segundo factor que hizo posible la relativamente larga duración de la dictadura instaurada en 1971 fue la extraordinaria bonanza proveniente de los altos precios de las materias primas que constituían la base de la economía nacional. Fue tan buena la situación económica, que no le fue difícil al Gral. Banzer crear y mantener la apariencia de una buena gestión gubernamental a pesar de que, como se pudo verificar después, fue más el derroche que la previsora inversión de esos recursos lo que caracterizó su labor presidencial. A tal extremo que, en cuanto tan favorables circunstancias se modificaron, el desmoronamiento del régimen se hizo inevitable.
Como es fácil constatar a la luz de la historia, el mejor antídoto contra dos males que suelen ir juntos –la tentación del ejercicio monopólico del poder y el gasto descontrolado de los recursos públicos– no hay mejor antídoto que la consolidación de las instituciones republicanas concebidas precisamente para poner límites a esos y otros excesos.
Es necesario, por eso, que fechas como la que hoy se conmemora sirvan para reafirmar el compromiso con los principios y valores sobre los que se sostiene la democracia. La permanente defensa de las libertades ciudadanas, de los derechos humanos, la vigilancia sobre los actos de los gobernantes y la severidad para evitar que caigan en la tentación de cruzar los límites que les impone el Estado de Derecho son algunos de las condiciones indispensables para estar seguros de que nunca más nuestro país sea escenario de hechos como los que se produjeron hace 43 años.