Domingo, 24 de agosto de 2014
 
La juventud ante el proceso de cambio

La juventud ante el proceso de cambio

Freddy Zárate.- Esta “década de oro” del gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) como lo señaló el vicepresidente Álvaro García Linera está signada por resaltar lo autóctono. La economía, la política y el derecho fueron ajustados al discurso gubernamental. Por ejemplo, los experimentos por cambiar la Justicia a través de buenas intenciones y discursos encendidos con ribetes andinos no lograron en su praxis modificar la crisis actual del Poder Judicial. Por consiguiente se puede señalar que la administración estatal y la vida cotidiana de los bolivianos no sufrieron modificaciones sustanciales en estos tiempos de cambio.
Todo el discurso andino exitosamente amplificado por los medios masivos de comunicación no logró los resultados esperados. La juventud boliviana de todos sus estratos sociales comulga discursivamente con el retorno al Tawantinsuyo, tiene afinidad con la izquierda, son próximos a las teorías postmodernistas y son placenteros en identificarse con la imagen del “Che” Guevara. Pero paralelamente estos jóvenes de rojo corazón no pierden de vista la modernidad. La actual generación tiene una bifurcación espiritual. Por un lado, apoyan al MAS por la emotividad discursiva. Por otro lado, esta atracción se desvanece en su diario vivir. Los colegiales y universitarios están a la par de las novedades musicales del momento, de la vestimenta imperante en los países europeos, norteamericanos y asiáticos, pero sobre todo atentos a los pasos de la tecnología de punta. En el ámbito académico los jóvenes prefieren sobre todo las carreras tradicionales. Tal es el caso de la hija del presidente del Estado Plurinacional –distanciada del discurso autóctono de su padre– que prefiere estudiar una carrera liberal (Carrera de Derecho). Por supuesto opta por la comodidad de una universidad privada a una pública. Prefiere ante todo lo urbano a lo rural.
Estos pequeños rasgos mencionados nos indican que la juventud actual quiere recibir todos los beneficios de su presente. Su resistencia al imperialismo en su diario vivir es igual a cero. Todo lo contrario, los jóvenes ven como paradigmas de vida todo lo ajeno. En el ámbito científico simplifican al mínimo esfuerzo la investigación. Los saberes universales les son indiferentes. Se restringen a lo que pasa en su coyuntura próxima. Se limitan a leer –si leen– solamente lo señalado por el docente o profesor. Los trabajos extensos son vistos como una tortura inquisitorial. Para los estudiantes el docente que es riguroso en el ámbito académico es percibido como el malo de la película; pero si el educador no les enseña nada y les regala la nota es el mejor catedrático del mundo. Otra de las curiosidades es que los universitarios están convencidos que bailar danzas folklóricas como la entrada universitaria u otras manifestaciones similares es sinónimo de cultura. Lo que en el fondo quieren los involucrados al baile es divertirse, embriagarse y pasar un rato placentero en nombre de la autonomía.
Por otro lado, la llamada autonomía universitaria, sus estatutos universitarios, sus reglamentos universitarios y por consiguiente el cogobierno son utilizados por unos cuantos vividores de la universidad. La gran mayoría de los estudiantes desconoce sus derechos y sus obligaciones dentro de la casa superior de estudios. Toda esta constelación de hechos nos refleja una juventud que no cultiva un espíritu crítico. Las perspectivas a futuro no son nada promisorias donde seguramente primaran más continuidades que rupturas en el campo social e institucional.