EDITORIAL
Dos temas pendientes en la agenda nacional
Dos temas pendientes en la agenda nacional
Es de esperar que en las filas gubernamentales se impongan las corrientes más proclives a abordar estos temas sin caer en la tentación de la demagogia
Hace pocos días se ha llevado a cabo el VII Congreso de Gas y Energía organizado por la Cámara Boliviana de Hidrocarburos (CBH). Y tal como las anteriores seis versiones del evento, ha sido el mejor escenario para que todos los protagonistas de la actividad hidrocarburífera de nuestro país intercambien sus opiniones sobre el estado actual y las proyecciones hacia el futuro del sector más importante de la economía nacional.
Dos han sido, como en años anteriores, los temas principales del encuentro. En primer lugar, ha vuelto a destacarse la preocupación sobre la urgente necesidad de hacer algo para atraer las inversiones imprescindibles dirigidas a renovar las actuales reservas cuya duración, al ritmo actual, tienen fecha fija de caducidad. Y en segundo lugar, el relativo a las subvenciones a los precios de los derivados del petróleo.
Son ya tan recurrentes ambos temas, y tantas las veces que el gobierno ha manifestado su intención de hacer algo al respecto para resolverlos, que muchos de los asistentes esperaban que la oportunidad fuera aprovechada para que el gobierno anuncie alguna medida práctica que trascienda sus ya consabidas quejas y reclamos. Pero no… una vez más, esas expectativas fueron frustradas porque no hubo ninguna señal concreta que, más allá de las palabras, permita prever algún giro en el rumbo actual.
En lo que a la necesidad de atraer nuevas inversiones se refiere, cayeron en saco roto, como en anteriores oportunidades, las advertencias de expertos en la materia que vanamente tratan de llamar la atención sobre lo inviable que resulta hacia el mediano y largo plazo la tendencia actual.
Tampoco hubo una respuesta convincente, de parte del gobierno, a los reiterados reclamos sobre la falta de abastecimiento de gas para satisfacer la demanda interna. Las autoridades gubernamentales han vuelto a informar sobre los grandes avances que se están logrando en cuanto a la dotación de gas domiciliario y gas vehicular, pero han vuelto a omitir lo relativo a la falta de suministro para la actividad industrial.
En lo que al segundo tema central de la agenda hidrocarburífera nacional se refiere, el relativo a las subvenciones, el contraste entre los discursos oficiales y los hechos no es menor. En efecto, con la misma vehemencia con que algunas autoridades gubernamentales califican a la subvención como un cáncer que estaría poniendo en serio riesgo la salud de la economía nacional, otras insisten en minimizar la magnitud del problema y aseguran que una mayor producción de combustibles líquidos en el futuro inmediato permitirá aliviar la carga sin necesidad de hacer ajustes en los precios.
No es de ningún modo tranquilizador el balance que arroja la manera como ambos temas están siendo afrontados. Más aún si es desde las más altas esferas gubernamentales desde donde provienen las principales dudas y contradicciones. Es de esperar que en las filas gubernamentales terminen imponiéndose las corrientes de opinión más proclives a abordar estos temas sin caer en la tentación de la demagogia que, como consta a otros países de la región, tarde o temprano pasa facturas excesivamente altas.
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