EDITORIAL
Temas delicados
Temas delicados
El oportunismo y el uso sin pudor de temas altamente delicados, sólo por fines electorales, serán cobrados, finalmente, por la ciudadanía
Hay temas altamente delicados que es peligroso utilizar para fines electorales sin la debida ponderación y visión de futuro. Más aún si al respecto hay tradiciones y acciones.
Es lo que está sucediendo con un eventual incremento de precios de los carburantes, particularmente gasolina y diesel. Se trata de productos que tienen directa repercusión en la vida familiar y que a la sola mención de que puedan aumentar se provoca temor en la ciudadanía, se reaviva la tendencia al acaparamiento y al juego especulativo de quienes tienen capacidad de comercializarlos.
Esto lo saben particularmente tres fórmulas en campaña electoral. La del MAS, pues en diciembre de 2010, en un acto de racionalidad económica, el Gobierno decidió eliminar los subsidios a los hidrocarburos, lo que provocó tal reacción popular y dentro del partido de gobierno, que a los tres días el Presidente retrocedió anulando el incremento. Pero, el daño ya estaba hecho y esta política puso fin a una idílica relación entre el Gobierno del MAS y la población. Es decir, rompió un pacto de confianza que no ha logrado ser restañado. Peor aún si a esa medida siguieron otras muy desacertadas como el tratamiento de las políticas de educación y salud, y las demandas de los pueblos del TIPNIS.
También saben qué significa actuar sobre los precios de los carburantes los candidatos de Unidad Demócrata y Partido Demócrata Cristiano, que a su paso en el ejercicio de importantes funciones en diversos Gobiernos, se tuvieron que enfrentar a la necesidad de incrementar estos precios, asumiendo los costos que ello implica. Más interesante es el caso del candidato demócrata-cristiano, quien siendo vicepresidente de la República reinició la política de los subsidios por razones eminentemente políticas y por sus deseos de diferenciarse de la gestión del MNR entre 1993 y 1997, período en que se eliminó el subsidio y se aplicó la política –que comenzó a ser asimilada por la gente– de establecer topes a los precios en función a las variaciones del mercado internacional, y que se aplicaban regular y automáticamente.
Siendo así, resulta extraño que una vez que el Ministro de Economía hizo referencia a este tema, denuncien la inminencia de un “gasolinazo” y asuman una posición en contra, siendo que saben que más temprano que tarde ésta será inevitable.
En este contexto, debemos insistir en que hay temas en los que se debería presumir que será la racionalidad que permita conquistar votos. En cambio, el oportunismo y el uso sin pudor de ellos sólo por fines electorales serán cobrados, finalmente, por la ciudadanía.
Lo que se señala no significa que no se debata, y a profundidad, sobre este tipo de temas y las políticas a adoptar para que mejore la situación de la economía del país y de la gente. Es decir, se pide escuchar una demanda recogida desde la ciudadanía por la Iglesia Católica y que la ha plasmado en un importante documento de análisis: presentar “planes y programas en función del bien común”; es decir, no sólo para recabar algunos votos a cualquier costo.
|