Viernes, 29 de agosto de 2014
 

BARLAMENTOS

Que las mujeres vistan burka

Que las mujeres vistan burka

Winston Estremadoiro.- A la tercera va la vencida, pensarían los reclutadores de candidatos oficialistas empeñados en seducir a la clase media urbana con salpimiento de ‘jailones’. No conozco los entretelones, pero un lúcido senador perdió la opción a prorrogarse por un supuesto incidente de violencia doméstica; el siguiente postulante, brillante intelectual, descarriló porque en este país de omisos estaba poco clara su posesión de la libreta militar, creo. El tercer candidato, conocido médico y docente universitario, la embarró con una declaración ‘machista’, prejuicio común en la variopinta cultura boliviana (‘culitos blancos’ y ‘originarios’, todos tenemos la borla café en la válvula posterior).
Sometido al fuego cruzado periodista, pontificó que “se debe enseñar a las mujeres a cómo comportarse” para evitar ataques, violaciones y asesinatos. Ante las críticas, el futuro hombre público pisó otra mina hedionda, al aclarar que quiso decir que al estar “borrachas” y vestirse en “forma provocativa” pueden ser víctimas de violencia.
Espero no banalizar el tema recordando las ‘evadas’ del Presidente: “cuando voy a los pueblos quedan todas las mujeres embarazadas y en sus barrigas dice ‘Evo cumple” (2010); o cuando pidió a los cocaleros chapareños enamorar a las indígenas yuracarés para que acepten dividir el Tipnis con la carretera asesina (2011); hace poco discurseó que deseaba quejarse a las célibes porque “soltera se embaraza, Evo cumple. A mí me echan la culpa. Así que prohibido embarazarse las solteras, no quiero ser culpable de todo”. Si el ejemplo que debe ser el primer mandatario es ese, no es extraño que el candidato a senador imite el machismo del jefazo, hoy que se toleran minorías de diversas preferencias sexuales.
Poco importa que el galeno haya pedido disculpas. El autor del falaz axioma “ciertos tipos de vestimenta y de actitudes llevan a que sean con mayor probabilidad atacadas”, así fuera citado fuera de contexto, se aplicaría a cholitas cachascanistas, que en sus revuelcos mostrarían más de lo prudente para el rijoso, si es que el matasanos se excita a la vista de la hembra. Deberá parar la progresión de bragas orladas a ceñidos bikinis, en las danzantes ‘muestra calzón’ de ‘entradas’.
Quizá la solución que propondría el lenguaraz machista, en el contexto del acercamiento de Evo Morales a Irán y a la fanática causa árabe, sería adoptar costumbres islámicas como vestido obligatorio de mujeres que desean evitar acosos, violaciones y asesinatos. El problema es que no faltaría algún ignorante de grados de ocultamiento de las féminas, que de menos a más oscila entre ‘hiyab’, ‘shayla’, ‘chador’ y ‘niqab’. Optaría por la burka, cárcel de tela de mujeres afganas, que en colores grises o negros les cubre de la cabeza al suelo, dejando un recuadro entretejido que impide mirarlas y apenas las deja ver.
Deslices así dan palestra a los movimientos feministas. Ojalá fuera para que protesten por los 15 años que ha tardado sentenciar al portero asesino de la niña en una escuela de La Paz; que castren al guardia de seguridad que violó y mató a una médica en Santa Cruz, solo porque su chica le tenía enojado. ¿Y los policías de la UTOP, que tal vez dentro de sus ‘operaciones’ incluyeron la violación múltiple de una joven, hallada después desquiciada por el trauma físico y sicológico?
Que las mujeres exijan que los candidatos aprendan de sus distritos y sus necesidades, incluyendo a la burra esa que culpa a la cerveza por tanta violencia de género, y a la ignara que condona al alcalde mete-mano porque hace obras – ¿no es lo mismo el ‘roba, pero hace’? En el médico machista y en la mayoría de propuestos de uno u otro bando, hay ausencia de ideas concretas y bien pensadas respecto al machismo y la seguridad ciudadana, meollos del asunto.