Domingo, 31 de agosto de 2014
 

EDITORIAL

Un planeta en crisis

Un planeta en crisis



Resulta hasta ofensivo seguir viendo al mundo con los ojos del pasado (lo que no significa no reflexionar sobre éste), buscando culpables y no soluciones, como está sucediendo

Mientras asistimos a un decadente debate político, el mundo atraviesa por un período de cambio sin que esté claro un horizonte hacia el cual avanzar y sobre el que debemos reflexionar.
La reciente guerra entre Hamás y el gobierno de Israel; la guerra civil en Siria, Irak e Irán, donde grupos ultrarradicales religiosos decapitan a quienes se oponen a sus criminales designios sin que pueda acordarse una estrategia para detenerlos; los enfrentamientos entre Rusia y Ucrania y, a partir de estos, las fricciones entre Rusia con el mundo occidental; las mutuas provocaciones entre China y varios de sus vecinos, particularmente Japón; las demandas independentistas en España, Bélgica y Gran Bretaña, y una serie de conflictos, generalmente violentos, en varios lugares de África, dan cuenta de ese estado de convulsión.
En nuestra región estamos logrando capear la violencia pero no la demanda de establecer nuevos paradigmas. No obstante, no estamos libres de tensión. La situación que atraviesa Venezuela con una polarización que no termina de ser superada mientras crecen los niveles de pobreza y disgregación, con un aditamento importante como el hecho de que de esa economía depende casi en forma directa la supervivencia de varios gobiernos del Caribe y alguno de Centroamérica; Argentina que pareciera a momentos que sigue el camino venezolano por la aplicación de desacertadas políticas económicas y una corrupción intolerable; la apertura de un campo de fricción entre Perú y Chile por la redefinición de límites, son también datos a tomar en cuenta en un escenario de reconformación de fuerzas y bloques.
No hay que desmerecer, en todo caso, la presencia, en nuestra región, de procesos económicos y políticos que despiertan muchas esperanzas. Las negociaciones de paz en Colombia; alianzas como la que impulsan Colombia, México, Chile y Perú con vistas al Pacífico y que les está redituando importantes ingresos económicos que, a su vez, les permite combatir, en democracia, la pobreza existente en esas naciones
En ese escenario, resulta hasta ofensivo seguir viendo al mundo con los ojos del pasado (lo que no significa no reflexionar sobre éste), buscando culpables y no soluciones, como está sucediendo. Y ejemplo claro de esa actitud es lo sucedido en la reciente reunión del Foro de Sao Paulo, en la que se mantienen los mismos viejos paradigmas, se emiten las mismas resoluciones condenatorias y, para peor, se mantienen propuestas autoritarias de poder sobre la base del culto a la personalidad, la distribución de prebendas y los intentos de cerrar toda puerta que signifique reflexión plural y democrática.
Sin embargo, como nos ha sucedido en varias etapas de nuestra historia (incluyendo a la actual) los influjos externos afectan la lógica interna y, hasta ahora, el país ha demostrado capacidad para aceptarlos y adecuarlos. La diferencia, empero, es que prevaleció en momentos cruciales y pese a distorsiones, la comprensión de la política como un espacio de agregación de visiones e intereses y no, como está sucediendo ahora, una repartija de adjetivos, acusaciones e inconsecuencias.
El mundo nos exige, así pequeños como somos, debatir sobre estos temas importantes.