EDITORIAL
Los desafíos económicos de Bolivia
Los desafíos económicos de Bolivia
El trabajo realizado hasta hoy no será sostenible si no se fortalece, diversifica y consolida el aparato productivo que se constituya en un blindaje ante los cambios en el clima económico internacional
En una reciente visita del economista en jefe del Banco Mundial, Augusto de la Torre, en ocasión de la VI Conferencia Boliviana en Desarrollo Económico realizada en la Universidad Privada Boliviana, se pudo corroborar diagnósticos y desafíos que han sido vertidos por diferentes analistas económicos y políticos del país en torno al manejo de la economía por parte del Gobierno en los últimos años.
En primera instancia, de la Torre afirma que Bolivia se ha comportado prudentemente con sus políticas económicas, al mantener un adecuado equilibrio fiscal, una inflación relativamente baja y lograr, a la vez, acumular importantes ahorros, traducidos en las reservas con que se cuenta. Todo ello acompañado de importantes avances en la reducción de la pobreza, construcción de equidad social y crecimiento económico.
Augusto de la Torre también resalta que Bolivia ha sido beneficiaria de “una situación global muy favorable que elevó los precios de los minerales y un crecimiento vigorosísimo de China que ha estado dispuesta a comprar todos los minerales que Bolivia producía y, por otro lado, fue un periodo en el que por la misma razón el Estado tuvo muchos recursos para invertir.” Sin dejar de observar que a pesar de la diversificación económica conseguida en los rubros de la soya y la quinua, “la inversión privada se ha quedado pequeña y estancada”
Sin embargo, el ejecutivo del Banco Mundial ha llamado la atención sobre la posibilidad de que la desaceleración económica de los países emergentes, con su consecuente reducción de precios de las materias primas, cause una desaceleración de la economía boliviana, planteando la necesidad de encarar con mayor seriedad el establecimiento de políticas orientadas a diversificar la economía, que nos ayudarían a “mantener crecimiento con equidad social”, y lo que “ya no puede estar solamente basado en inversión pública,[sino que] va a tener que estar complementado con la participación de la actividad productiva privada”
Este análisis, lejos de ser interpretado como una crítica, debe ser entendido como la necesidad de mirar al mediano y largo plazo, reconociendo que el trabajo realizado hasta hoy, aún con sus buenos resultados, no será sostenible si no se fortalece, diversifica y consolida un aparato productivo que se constituya en un blindaje ante los posibles cambios en el clima económico internacional.
Este desafío para el país, y para quienes tienen en sus manos el diseño de las políticas públicas, debe ser encarado de una manera integral, inclusiva y colaborativa entre actores públicos y privados, en el afán de conseguir los mejores resultados en el plazo más corto que se pueda.
La posibilidad de lograr exitosamente la creación, instalación y puesta en marcha de emprendimientos productivos, en alianza con instituciones públicas y privadas no debería ser, en todo caso, una novedad, puesto que cada vez con más frecuencia observamos gratamente ejemplos de ello, a partir de los cuales se podrían poner en marcha múltiples experiencias con las necesarias variantes que pudieran requerir dependiendo del contexto y los actores participantes.
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