Día del Peatón, ¿día del sobreviviente?
Día del Peatón, ¿día del sobreviviente?
Pascale Absi.- El día 7 de septiembre se celebrará en Sucre el día del peatón. Por 24 horas al año, se le hace el favor de poder caminar sin temer por su vida. Los demás 364 días están enteramente dedicados a los vehículos y el peatón se torna un intruso fuera de lugar. Al cruzar la calle sólo le queda elegir entre los bocinazos –cuando no los insultos– de los choferes que siguen recto o de aquellos que van a girar.
En la mayor parte de las ciudades del mundo, los semáforos de los cruces se quedan un rato ambos en rojo para permitir a la gente pasar a la acera del frente. En Sucre, no. El peatón siempre tiene que ser un transgresor. En horarios escolares, el espectáculo es escalofriante: niños, apenas más altos que los parachoques de los imponentes micros, zigzaguean corriendo entre los escapes. Ni hablar de los ancianos con sus tímidos pasos lentos. Sorprendentemente, en esos autos que pugnan con los peatones se encuentran también niños. ¿Será que sus padres, los mismos que asustan a otros niños, temen por la vida de sus hijos y por ello no les dejan ir caminando a la escuela?
Cuando la hay, la presencia de un policía no trae ningún consuelo. A él no le preocupan en absoluto los peatones. Entiende que su tarea es exclusivamente la de hacer respetar el semáforo cuyas órdenes repite como un autómata. Poco importa si lanza los autos contra las personas. Las pobres cebras no pueden hacer nada al respecto. Eso deja en claro la vocación de Sucre: una ciudad al servicio de los autos donde se tolera al peatón sin otorgarle ningún derecho.
En muchos otros países, el peatón siempre es prioritario. Porque él es más frágil, porque antes de ser choferes el ser humano es un peatón, también porque el interés general es tornar a las ciudades más amables y atractivas para los transeúntes en vez de seguir fomentando la contaminación del tráfico.
Hoy Sucre es una capital grande, ya no puede actuar como una urbe del siglo pasado. Con algunas medidas fáciles de implementar se podría mejorar la vida de todos: reprogramar los semáforos para crear un momento dedicado a los peatones (y suprimir la luz naranja antes del verde que fomenta el arranque anticipado de los autos), formar a los agentes de tránsito para que su prioridad sea la seguridad y el bienestar de los peatones, emplear más cebras, ubicarlas en más calles, ensanchar las aceras y reubicar los imponentes postes que no dejan caminar, más aún cuando obstruyen las esquinas donde se amontona la gente para cruzar. Caso contrario, la única alternativa sería, por su seguridad, prohibir a la gente caminar por Sucre, salvo el día del peatón.
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