Mi�rcoles, 3 de septiembre de 2014
 

DESDE LA TRINCHERA

Octubre, a la vuelta de la esquina

Octubre, a la vuelta de la esquina

Demetrio Reynolds.- Ya todo est� listo: la cancha rayada; la mayor parte de los candidatos, tambi�n; el �rbitro �bombero� realiza su labor con impecable subordinaci�n. En el cuadril�tero imaginario se ve a un mastodonte que mira con desprecio a unos rivales diminutos. El resultado puede ser la puerta de ingreso a la dictadura o una barrera de contenci�n. Una duda atroz golpea a los triunfalistas. En la elecci�n anterior les sali� el tiro por la culata. El soberano puede enojarse otra vez, como con los jueces �truchos�.
Antes de proseguir, nos curaremos en salud. Algunas veces la indignaci�n se nos cae de las puntas de la pluma y se endurece por esa causa el estilo de nuestra redacci�n. Pero en todo caso no nos referimos a las personas sino a los pol�ticos, a los que deliberadamente act�an en el escenario p�blico; aquella, sea hombre o mujer, merece nuestro profundo respeto y estamos lejos de siquiera parecernos a los que usan como arma recursos vedados por la �tica.
Hemos revisado un poco la prensa escrita de hace cinco a�os, justamente cuando s�lo faltaba un mes para los comicios de 2009. Y con nada m�s que cambiar la fecha de ayer por la de hoy, tendr�amos exactamente la misma realidad preelectoral de entonces o a la inversa. Parece que se hubiera congelado el tiempo. Igual que en el pasado, otra vez los �minipartidos� dispersos al frente de un rival �nico, �hipertr�ficamente� agigantado. Sin estad�sticas proyectivas, el resultado posible est� a la vista.
Desde la poblada de El Alto y la derrota en los sucesivos eventos electorales, la oposici�n �o la que a�n se llama as� no se ha levantado de la lona; ah� ha quedado como para decir nada m�s que el requi�scat in pace. Por nuestra cuenta hemos sondeado un poco la opini�n de la gente. �No s� todav�a�; �ninguno me convence�, fueron las respuestas m�s frecuentes. Al parecer, ese contingente es el 30% que a�n no sabe por qui�n votar. Frente al jefazo, no hay al otro lado ninguna figura pol�tica que pudiera renovar la esperanza.
Los oficialistas, por su lado, se ufanan de ser imbatibles por m�ritos propios. En sus filas y para sus intereses, esa suposici�n puede ser cierta. Pero en un contexto m�s amplio, m�s abierto, en funci�n del pa�s y la democracia no es, ni con mucho, para envanecerse. Con esa asimetr�a escandalosa, con esa exorbitante desproporci�n de recursos y medios, el oficialismo no va de la mano con la democracia. Al contrario, su imagen se parece cada vez m�s a una dictadura. En su caso, los hechos tienen su propio lenguaje incontrastable.
La democracia verdadera es la que promueve un juego limpio, que respeta sus normas b�sicas y act�a en un plano institucional que no deja dudas sobre la independencia de poderes; que renueva l�deres para la alternancia interna y el ejercicio del poder p�blico; la que ofrece opciones claras y coherentes al electorado; la que, en fin, es portadora de respuestas para los problemas cruciales del pa�s. Est� dem�s decir que hoy por hoy, este tipo de democracia no existe en Bolivia.
Pese al optimismo, la maniobra de �meterle nom�s� todo a la bolsa: gatos y perros, demuestra que el oficialismo no est� muy seguro. El �soberano�, si bien no tiene el candidato que quisiera, sabe bien una cosa: el monopolio del poder conduce fatalmente a la dictadura. Con los jueces un rotundo �no� fue su respuesta. Aunque en una perspectiva distinta, �otro tanto suceder� ahora?