SURAZO
Corrupción en el fútbol
Corrupción en el fútbol
Juan José Toro Montoya.- ¿“Corrompido” o “corrupto”? Los estudiosos del idioma encuentran diferencias entre esas dos palabras, aunque ambas sean participios del verbo “corromper”. El primero es participio en su forma regular, cuando se conjuga en verbos; y el segundo como irregular, cuando se refiere a un estado de algo. Entonces, la diferencia sería la misma que entre “prendido” y “preso” o como entre “atendido” y “atento”.
¿Pero por qué tantas vueltas en torno a un asunto que es de dominio público? Para empezar, es verdad de Perogrullo que existe corrupción en el fútbol boliviano. El detalle es que, cuando hablamos de “corrupción”, la gente entiende que nos referimos a la comisión de delitos como hurto o soborno.
Como la corrupción no deja factura, yo no me animo a decir que la actividad directiva se ha convertido en una fuente de fortuna en el fútbol boliviano. Es cierto que, contrariamente a lo que ocurre con nuestro balompié, a muchos de los dirigentes les va muy bien pero lo más probable es que una investigación de sus fortunas los dejaría libres de toda sospecha.
Lo que sí es evidente e innegable es que al fútbol boliviano le va mal. Tan mal estamos que no sólo no hemos vuelto a clasificar a un mundial sino que ya no le ganamos a nadie. Un vistazo a las estadísticas de la FIFA demuestra que Bolivia no ha hecho otra cosa que descender a partir de 1994.
Para poner las cosas sencillas, basta decir que, bajo su actual estructura y sistema directivo, el fútbol boliviano no arroja resultados positivos. Ahí entra, entonces, la lógica empresarial. ¿Qué pasa cuando una empresa no arroja resultados? Las más pragmáticas optan por cambiar a los ejecutores que, en el caso del fútbol boliviano, son los dirigentes. Si el fútbol boliviano no arroja resultados positivos en los últimos años, lo lógico sería cambiar a los dirigentes de los últimos años. Bajo esa lógica elemental, la mayoría de la población boliviana reclama un cambio en la dirigencia del fútbol y este nunca llega. Tras el fracaso en la clasificación al mundial de Brasil, el re-re-reelecto presidente de la FBF, Carlos Chávez, dijo que ya no se postularía pero, cuando llegaron las elecciones, volvió a hacerlo y con los resultados que todos conocemos. ¿Por qué le interesa a Carlos Chávez seguir dirigiendo el fútbol boliviano en cuyo manejo se ha aplazado reiterativamente? Si nos dice que por quijotismo o porque tiene la solución a la actual crisis futbolística nos cree ingenuos. No… ingenuos no… nos cree estúpidos.
Existe corrupción en el fútbol boliviano pero no precisamente por razones criminales sino de resultados. Nuestro fútbol ya no sirve, no funciona, se ha echado a perder… se ha podrido o, para ceñirse al verbo del cual hablamos hoy, se ha corrompido.
Cambiar el fútbol significa cambiar estructuras. El problema no sólo está en los dirigentes sino también en temas de fondos como los impuestos. ¿Qué moral puede tener el Estado boliviano con un fútbol al que acogota con impuestos y cobro por uso de estadios cuando hay países en los que ese deporte está exento de ellos? Sin embargo, ese es un tema aparte porque, si de cambio se trata, hay que comenzar por algo y ese algo es cambiar a los dirigentes que no logran que el fútbol funcione.
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