Viernes, 12 de septiembre de 2014
 

DESDE LA TIERRA

Turismo israelita

Turismo israelita

Lupe Cajías.- Hace más de 30 años, con mi amado, nos atrevimos a cruzar los ríos desde Puerto Villarroel hasta la frontera con Brasil en busca de esa Bolivia profunda, la desconocida de las orillas, que siempre nos fascinó. Entonces no estaba la zona infestada del narcotráfico y tomamos un barquito que comerciaba cerveza.
La travesía fue fantástica y un amanecer, mientras una lugareña preparaba en la banda unas tortillas con huevos de peta, divisamos una chalupa. Un nativo hacía de almirante y el único pasajero era un joven israelí barbudo y sonriente. Fue el único extranjero que topamos, salvo una familia estadounidense en Puerto Varador.
Ese encuentro me asombró y pregunté curiosa al aventurero, quien en perfecto español comentó su búsqueda de paz. Quizá signifique que el gusto de los israelitas por la floresta boliviana es anterior al famoso libro que relata el rescate de uno de ellos. En realidad habría también que preguntarse cómo se enteró ese caminante de los paseos que entonces pocos bolivianos disfrutaban.
Lo cierto es que jóvenes de esa nacionalidad, la mayoría de religión judía, llegan cada año hasta Rurrenabaque, Reyes, Santa Rosa y han influido para la difusión de su idioma en diversas agencias de viaje, desde la paceña calle Sagárnaga hasta hostales de la bella ciudad beniana.
Sin embargo, esa presencia masiva poco a poco significó también un deterioro en los servicios y ofertas. La mayoría de ellos trata de gastar lo menos posible y sus pocas exigencias han influido en que los intentos de subir la calidad y el autocontrol de los operadores turísticos en la zona sean imposibles.
También es fácil comprobar que estos jóvenes sueltan sus amarras emocionales y arman fiestas, bullicios durante todo el día y mucho más en la noche, sobre todo en hoteles que alientan la farra y la música electrónica a todo volumen, perturbando la placidez que otros buscan en la selva.
Además, se sabe que muchos de estos turistas israelitas cumplieron su servicio militar y por ello tienen la oportunidad de viajar. ¿Cuántos habrán disparado contra niños palestinos? ¿Cuántos son parte de los criminales de guerra denunciados en centenas de foros internacionales? Las balas y bombas que ordena Israel contra hospitales, escuelas y refugios en Gaza tienen intermediarios, soldados que ejecutan las órdenes criminales.
Hace muy bien el Estado Plurinacional en pedir visa y controlar a estos visitantes. Es más, deberían ser aislados y aborrecidos en el mundo entero, como se hizo con los sudafricanos en la época del Apartheid. Pagan inocentes por culpables, es cierto, pero más humana es la obligación de no dejar impune al Estado de Israel.