Domingo, 14 de septiembre de 2014
 

LA NOTICIA DE PERFIL

Una fiesta mundial

Una fiesta mundial

Paulovich.- Hoy, 14 de septiembre, Día de Cochabamba, se celebra en todo el mundo pues es bien sabido que los cochabambinos andan repartidos en los cinco continentes demostrando a la Humanidad que son seres inteligentes y generosos, pues nunca han vacilado en prodigar sus cualidades entre gentes de todas las razas.
Todo ese cúmulo de piropos fue desgranado ante la cholita cochabambina, quien esta mañana llegó a mi casa entonando las estrofas del Himno a Cochabamba: “Brilla el sol de Septiembre radiante….” Concluyendo con un vibrante grito de “¡Viva Cochabamba, majllapipis!” al que respondí con un emocionado y breve “¡Qué viva en honor a mis antecesores!”
Dueña del gran día y de la situación, mi socia periodística colocó una pequeña bandera blanca en la puerta de mi casa junto a un letrero que decía “Chicha buena”, invitándome a beber una “tutuma” del mágico elixir, asegurándome que el brebaje aumentaría mi inteligencia, como lo hiciera con millones de cochabambinos que por el mundo han ido.
Luego instaló una Sesión de Honor en mi Escritorio informándome que nos hallábamos en Sala una cochabambina y un paceño que hace dos años fue designado “Ciudadano de Honor de Cochabamba” por el Concejo Municipal de aquella Alcaldía, informando la cholita: “Existe quórum suficiente”, aunque ella dijo “cuérum” y tuve que corregir a la quillacolleña para luego dar por instalada la Sesión de Honor.
Pasamos al siguiente punto y sugerí a mi comadrita rendir un homenaje especial a un cochabambino ilustre que fue el fundador de “El Diario”, el periódico más antiguo de La Paz, sugerencia aprobada por unanimidad con un minuto de silencio.
A continuación, mi Pariente Espiritual propuso otro homenaje a Don Carlos Canelas e hijos, cochabambinos que dieron nueva vida a “Los Tiempos”, el periódico de Cochabamba, diario que ya existía durante el Imperio de los Incas y que se llamaba “el Thimpu”, siendo su fundador Don Tupac Canelas. La sala rindió los homenajes propuestos.
Como llegó el momento de la “sajra hora”, la sesión fue suspendida e ingresamos en un cuarto intermedio que era la cocina, donde se lució la cholita cochabambina invitándome una “chanka” de conejo que estuvo deliciosa y digna de chuparse hasta los dedos de los pies, algo que no hicimos porque somos dos cholitos bien educados.
Cometí el error en la segunda parte de nuestra Sesión de Honor de pedirle a mi secretaria que diese lectura a la correspondencia, pues ella sacó de sus pliegues pollerescos centenares de cartas enviadas de todas partes del mundo por cochabambinos trotamundos, saludando a su paisana de Quillacollo, quien ayuda a redactar esta columna periodística, recordando la de un cochalita que vive en Kuala Lumpur, Haifa, Telaviv, y a otro que vive en Hawái y sigue sosteniendo que el barrio de Jaihuaycu en la Llajta es mejor que todas las Islas de Hawái.