Miércoles, 17 de septiembre de 2014
 

DESDE LA TRINCHERA

Libros, en la ronda de la opulencia

Libros, en la ronda de la opulencia

Demetrio Reynolds.- ¡Definitivamente! La bibliografía literaria y ramas anexas están de enhorabuena, tal vez porque sus impulsores o auspiciadores no quieren que la cultura desentone con “El país de las maravillas” donde tenemos la suerte y la dicha de vivir.
No hace mucho que se procedió a empaquetar 15 novelas seleccionadas. Sólo faltaba añadir un pequeño detalle: ¿Quién ha dicho que en la novela está la mejor producción literaria del país? Gabriel René Moreno, historiógrafo y ensayista de renombre, era considerado antes de ahora el “Príncipe de las letras bolivianas” (¿hoy ya no es?), y no ha escrito ninguna novela. En cambio, hay varias novelas con temática minera que han sido borradas de un plumazo. ¡Exijo una explicación!
La otra estupenda novedad –también relacionada con las letras y sus cultores– es que en noviembre próximo se realizará en Santa Cruz el “Festival Internacional Literario” donde participarán nada menos que 40 diestros de la pluma, entre ellos 19 iberoamericanos y un francés, todos con trayectoria conocida. La presencia de escritores nacionales “se hace sentir”, dice una crónica periodística. Dos días fulgurantes vivirá la tierra camba; dizque será, además, el evento, “una ayuda al sector literario para que así se pueda visibilizar dentro y fuera del país”.
Santa Cruz, conforme a su extensa geografía, respira como un coloso por los cuatro costados. Todo hace a lo grande. De allí salen las más de las veces las beldades para los concursos internacionales. De allí también provino la idea de “autonomía” que luego se lo robaron los tarajchis originarios del altiplano. La G- 77 menos China retumbó como un campanazo. La friolera de 75 millones de dólares que costó financiarla ignora las necesidades prioritarias del país, pero encaja perfectamente en el plan electoral. Como se suponía, para eso había sido. A confesión de parte, relevo de testigo.
Volviendo a los libros, un comité editorial seleccionará los 200 libros más importantes para la Biblioteca del Bicentenario, en homenaje a la fundación de la República; la llamada Agenda Patriótica tiene la misma referencia: 1825. Acordarse ahora de la “extinta República”, para utilizarla con otros fines, no es honesto. Parafraseando un conocido refrán, se diría: “la verdad es leña verde, cuando hay ocasión arde”. Los que reivindicaban con vehemencia los 500 años y desconocían la fundación de Bolivia, están callaros nomás. Cuando les conviene, niegan la verdad y enarbolan la mentira. Son revolucionarios.
Si no es sólo un señuelo electoral, el compromiso de “los más importantes” es complicado. Toda selección es inevitablemente subjetiva. Los 200 libracos son “imprescindibles, necesarios y obligatorios”, ha dicho una alta autoridad; entonces hay que penalizar la renuencia a la lectura y meter a la cárcel a todos los analfabetos funcionales. Aunque la verdad, Bolivia no ha dejado de ser el país donde menos se lee, y no es porque faltan libros. Los de la reforma educativa anterior o siguen bajo siete llaves o ya no existen.