Miércoles, 17 de septiembre de 2014
 

VENI, VIDI, VICI

Una amiga… ¿o yo?

Una amiga… ¿o yo?

J. Lizandro Coca Olmos.- Pensé comenzar esta columna diciendo “Una amiga mía…” pero es lo típico cuando no se quiere dar el nombre del verdadero implicado –que a veces puede ser uno mismo– en el asunto que se pretende discutir o exponer.

La idea era que una amiga me había dado una gran alegría al confesarme que en realidad le gustaban las chicas, abriéndome un nuevo abanico de posibilidades puesto que con su doble condición, de mujer –con un hombre dentro– y hombre –encerrado en cuerpo de mujer– me brinda la posibilidad de conversar sobre un tema que ahora tenemos en común: las mujeres.

Pero claro que hablar sobre ellas es algo que podía hacer con otras amigas, pero nunca desde la perspectiva de dos seres, un hombre y una mujer, ambos interesados en conquistar a una mujer. ¿Se imagina lo divertido que puede ser salir con una chica y conversar sobre lo atractivas que nos parecen las mujeres?
Pero eso no es todo. Cuando mi primo me contó que su amiga le había confesado su gusto por las mujeres, también me comentó que él mismo había decidido hacerle una confesión, y es que a él también le atraen un poco los hombres.
A mi primo le gustan mucho las mujeres, pero siente una intensa curiosidad por ciertas prácticas sexuales con hombres, así que le dije que lo suyo era ser bi-curioso.
Interesante fue, también, cuando dos amigos conversaban sobre el machismo y la sexualidad libre, siendo uno de ellos el machista y el otro no. El primero se horrorizaba sobre la pura idea de la homosexualidad, a lo que el segundo le dijo que suele pasar que los hombres que miran con cierta iracundia a los homosexuales, en el fondo tienen alguna inseguridad de su propia heterosexualidad –pensamiento que yo comparto–.
Ya sobre la sexualidad libre, el segundo preguntó al machista en cuestión si tenía la típica fantasía de los varones por hacer un trío, llevándose a dos mujeres a la cama. Al recibir una respuesta positiva, la segunda pregunta que mi amigo le hizo al machista fue si estaría dispuesto a aceptar que su enamorada estuviera, igualmente, con dos hombres en el lecho íntimo, a lo que el machista no hizo más que escandalizarse y negarse contundentemente.
La libre sexualidad tendría que implicar mismos derechos y mismas libertades para ambos miembros de la pareja, pues de otra forma estamos hablando de una desigualdad muy conveniente para una de las partes. Argumento que también compartí en tan motivante charla.
Grande fue mi sorpresa cuando al conversar por teléfono con otra amiga, me dijo que su novio y ella tenían coincidencia en varias parafilias –que sí, ahora ya no se las cataloga como desviaciones– pues a ella le fascina la idea de que la miren teniendo relaciones sexuales, y a él le encanta la idea de verla realizándolas con otros hombres.
Me puse a pensar en lo aburrido que sería el mundo sin la existencia de tan grande diversidad de opciones y acciones –aunque alguien ya me ha dicho que no soy un libertario sino un libertino– y que lo único que se puede exigir a todas estas personas es que cuanto hicieren se enmarque dentro del respeto por la libre elección y el consenso.
En cuanto a mí, da igual cuál de estos personajes soy… o cuál de todos no soy ¿no es verdad?