RESOLANA
Mi voto
Mi voto
Carmen Beatriz Ruiz.- Hoy voy a usar mi derecho a la participación política. La Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia establece que “Todas las ciudadanas y los ciudadanos tienen derecho a participar libremente en la formación, ejercicio y control del poder político, directa o por medio de sus representantes y de manera individual y colectiva. La participación será equitativa y en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres. El derecho a la participación comprende: (…) El sufragio, mediante voto igual, universal, directo, individual y secreto, libre y obligatorio, escrutado públicamente. El sufragio se ejercerá a partir de los 18 años cumplidos”.
Pero antes de decirles por quién voy a votar, quiero compartir con ustedes la imagen ideal de mis candidatos.
Mi candidato sabe que la campaña no es solo una estrategia de adulación y seducción del voto ciudadano, cree en lo que dice y le pone límites a sus ofertas porque es consciente de que en algún momento la gente se las puede cobrar… y le importa.
Mis candidatos saben negociar y no le tendrán miedo a los pactos, cuando éstos sean para cumplir con su programa y para lograr gobernabilidad. Por eso no juntan el agua y el aceite ni aceptan “dormir con el enemigo”.
A mi candidata ideal le sobran atributos. Está segura de lo que quiere y lo que puede hacer por la población. No miente respecto a sus posibilidades. Se esforzó para informarse sobre las normas, las instituciones y el programa de gobierno que ofrece su tienda política. Conoce las leyes y está dispuesta a acatarlas. Sabe que, de ser elegida, tendrá que enfrentar situaciones de acoso político, no sólo de la oposición, sino de sus propios compañeros de partido, quienes tratarán de alejarla del puesto que legítimamente consiguió con el voto de la población y que ellos le ofrecieron ladinamente para cumplir con la cuota obligada por Ley.
Mis candidatas no tienen miedo de enfrentar a sus correligionarios cuando éstos tienen discursos y actitudes machistas, y aunque les tiemble la voz para decirlo privada y, si es necesario públicamente, no se callan si tienen que criticarlos y educarlos para que respeten su palabra y la letra de la ley.
Votaré por mujeres y hombres que estén postulándose en completa seguridad de que, si son elegidos, van a dejar de ser personas comunes para convertirse en servidores públicos. Y eso quiere decir asumir que se les paga un sueldo del erario público para que garanticen los derechos de la población y el cumplimiento de la Constitución. O sea, la población es su jefa y no al revés.
Mis candidatos tienen que saber, y entender, que las posiciones en cualquiera de los poderes del Estado son pasajeras y, más temprano que tarde, volverán al llano y serán sometidos al juicio social.
Para encontrar esos candidatos tiene que haber ciudadanas y ciudadanos que valoren su voto, que lo aquilaten como la gota que labra la piedra, que sean capaces de votar con la cabeza, el corazón y la intuición, aunque el jefe de partido mande otra cosa, aún en contra de lo que diga el grupo y aunque éste amenace con chicotearlo. O sea que ejerza su derecho político al voto según los preceptos de la Constitución.
Por todo lo anterior, mi voto es por… la gente.
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