BARLAMENTOS
Cambio social y avance tecnológico
Cambio social y avance tecnológico
Winston Estremadoiro.- Yo que viví cámaras de cajón en plazas y fotos desteñidas por el tiempo, sopeso cambios sociales apadrinados por recientes avances tecnológicos. Me preocupa la percepción de asuntos mundiales y otros que afectan a una sociedad dividida como la nuestra. Un ejemplo es el lío sangriento en el Oriente Medio.
Mario Vargas Llosa opina sobre el último tira y afloja en Gaza, alegando que sería un Singapur en el Mediterráneo con tanta ayuda. Es logro saboteado por el odio fanático que se escuda en niños, escuelas y hospitales, disparando cohetes adonde lleguen. Es fácil dejarse llevarse por el horror de la dieta diaria de ruinas y mutilados que traen las noticias, algo que hizo el laureado escritor peruano y rebatido por apuntes pro-israelíes de David Mandel. Sorprendió el comentario de una connotada analista nacional, donde su animadversión tocó límites de racismo antisemita, común en primos hermanos árabes, donde unos niegan el Holocausto que asesinó millones de judíos, además de gitanos, homosexuales y minusválidos. Al fondo quizá está la única religión que es también ideología de conquista: el Islam. El fervor religioso que en la historia ocasionó guerras e injusticias, se pone de moda con el radicalismo islámico. Oriana Fallaci decía que la caída de la civilización occidental y el auge del islamismo fundamentalista, llevaría a una “Eurabia” europea, porque detrás de los inmigrantes vienen las mezquitas (hay 300 en París), cuando no la demanda de enseñar el Corán en las escuelas.
Los artilugios de la revolución de las comunicaciones llevan a los hogares la crueldad de reporteros degollados por ser gringos, árabes acribillados por ser cristianos, niñas nigerianas raptadas por terroristas. Tienen tecnología bélica que fabrican industrias siempre colonialistas y contrabandean impunes señores de la guerra. Estados Unidos moviliza una coalición que bombardeará territorio ocupado por fanáticos de un califato islámico, en países cuyos límites fueron trazados hace años por imperialistas europeos. Alertando del Jihad islámico, escribe Arturo Pérez Reverte “¡Es la Guerra Santa, idiotas!” ¿Estamos de vuelta a la época de las Cruzadas y a la pulseta entre cristianismo e islamismo?
Vaya y pase. Más preocupa en países latinoamericanos el mal gobierno y la corrupción, amén de que sigan involucionando a nuestras sociedades los movimientos insurgentes desgastadores, la plata del narcotráfico, las armas de industrias avanzadas y las ideologías obsoletas. Más aún, pongan en el morral la nueva delincuencia que dispone de artilugios y armas modernas. Hace poco exhibieron una muestra en la fiesta macabra en la cárcel modelo de El Abra, algo común en la versión cruceña de Palmasola. Lean el éxito mundial que es “Marching Powder” un relato alucinante de vida en el penal de San Pedro, en el centro de La Paz, donde campean drogas, narcotraficantes, abusos y corrupción de ‘pacos’ y pillos, que inclusive obtienen rédito con tours de turistas foráneos.
Algo de razón tiene Marcola, Marcos Camacho, líder del Primer Comando de la Capital (PCC), cuya entrevista por O’Globo me envió mi amigo José María Bakovic días antes de morir. Dicen que su mafia ya tiene contactos en Bolivia, y él alardea de ser rico por la droga. “La gente se está muriendo de miedo”, dijo, e inseguridad, digo yo. “¿Cuál sería la solución?”, preguntaron. “Solo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta de una ‘tiranía esclarecida’, que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice; del Judicial que impide puniciones… Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría un cambio psico-social profundo en la estructura política del país.” Difícil sino imposible.
Marcola hablaba de Brasil, aclaro, pero ¿no cala también para Bolivia?
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