Lunes, 22 de septiembre de 2014
 

EDITORIAL

La seguridad alimentaria en Bolivia

La seguridad alimentaria en Bolivia



Sin reducir la importancia de lo logrado por Bolivia en materia alimentaria, no se debe perder de vista que es todavía mucho lo que falta por hacer

Una vez más, dando continuidad a una serie de informes positivos sobre los resultados que están dando algunas políticas públicas en nuestro país, el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se ha referido en términos muy elogiosos a la manera como Bolivia está encarando el problema de la seguridad alimentaria.
Los datos en los que la FAO basa tan positiva evaluación son muy reveladores. Entre ellos se destaca el que se refiere a la continuidad que los sucesivos Gobiernos han dado desde hace más de 20 años a los lineamientos principales de las políticas de Estado en materia alimentaria. El dato es importante, pues confirma que en éste como en otros asuntos el reconocimiento de los aciertos de Gobiernos anteriores es condición indispensable para obtener buenos resultados.
En el caso de la seguridad alimentaria, la FAO identifica a las medidas adoptadas durante las últimas décadas para dar mayor participación en la toma de decisiones a los habitantes de las zonas rurales del país. La Ley de Participación Popular adoptada hace ya casi 20 años fue sin duda la que sentó las bases de una red de instituciones, políticas y planes sectoriales de apoyo al sector agropecuario que lograron dinamizar el sector agrícola del país.
Otro factor decisivo, según el reporte de la FAO, fueron las fórmulas adoptadas por Bolivia para transferir ingresos a los sectores más pobres de la población. Los bonos sociales, por ejemplo, mediante los que en 1994 se inició un proceso de reducción de la pobreza extrema que tuvo entre sus principales efectos la mejora de la alimentación diaria, lo que a su vez hizo posible la reducción sostenida de la desnutrición durante 20 años consecutivos. En ese contexto, merece especial reconocimiento el acierto que tuvo la actual gestión gubernamental al mantener y perfeccionar los fundamentos de esas políticas públicas.
Sin embargo, y sin reducir la importancia de lo logrado por Bolivia en materia alimentaria, no se debe perder de vista, como también lo indica el informe de la FAO, que es todavía mucho lo que falta por hacer puesto que nuestro país está todavía muy lejos del promedio de los países latinoamericanos. Si se compara el 80 por ciento de los habitantes que tiene asegurado el alimento cada día con el 95 por ciento que es el promedio regional, se constata que todavía estamos muy lejos de haber llegado a la meta.
Hay, por otra parte, muchos otros datos que obligan a moderar el exitismo que informes como éste suelen provocar. Es el caso, por ejemplo, de los estudios que dan cuenta del ritmo incesante al que durante los últimos años ha crecido la dependencia de la importación de alimentos, la misma que crece a un ritmo mayor que la producción propia.
Felizmente, durante los últimos meses se ha podido constatar un cambio radical en sus políticas dirigidas al sector agropecuario. Tras unos primeros ensayos con fórmulas que aquí como en otras latitudes han demostrado ser totalmente inadecuadas para lograr la seguridad alimentaria, ha dado importantes giros de modo que, durante los últimos tiempos, sus esfuerzos se dirigen, como corresponde, a apoyar y no entorpecer los esfuerzos de los sectores productivos.