DE-LIRIOS
Despenalización de las mujeres
Despenalización de las mujeres
Rocío Estremadoiro Rioja.- No soy muy afecta a las celebraciones al estilo del “Día de la Madre”, “Día del Niño”, etc., debido a que no me parece casual que sean los colectivos históricamente subalternizados o abusados, los que más se recuerden en fechas específicas, como si la hipocresía generalizada necesitara de una superficial catarsis de vez en cuando. Basta señalar los proclamados “días de la mujer”, en los cuales el machismo cotidiano se desgañita en regalos, fiestas y palabras “dulces” hacia las aludidas, pero sin evitar replicar los más manifiestos estereotipos de género.
No obstante, hay fechas que sí creo que son dignas de rememorar, al servir de palestra para cuestiones “incómodas” de tratar. Es el caso del 28 de septiembre, día por la despenalización del aborto en América Latina y El Caribe.
Al hablar sobre el aborto, se afronta uno de los asuntos que, en una construcción social patriarcal, posiblemente es el más censurado. Me refiero a la sexualidad femenina.
Porque, y aunque recién en los últimos tiempos fingimos darnos por enterados/as (y no me voy a cansar de repetirlo), resulta que las mujeres sí tenemos deseos sexuales que no necesariamente tienen que ver con la “pareja”, el “matrimonio” o la “maternidad”.
Sin embargo, a partir de la cimentación de los patrones de género, en lo que respecta a la sexualidad, a las mujeres nos ha tocado la peor parte, porque, a pesar que, incluso, tenemos un órgano cuya única función es proporcionar placer (el clítoris, sí, dije “clítoris”, no se me sonrojen), se insiste en (auto) engañarnos, reduciendo nuestras inquietudes sexuales a buscar, encontrar y preservar un marido, tener hijos y convertirnos en el “pilar de la familia”. En otras palabras, de la sexualidad femenina, mejor ni discutir, a no ser que estemos en una charla sobre el “amor” y la “reproducción”.
Bajo el mismo esquema punitivo, en una sociedad en la que continúa siendo “vergonzoso” y “pecaminoso” el presentar de manera abierta y desinhibida lo que es evidente y natural en la condición de la vida, y donde “sagradas” instituciones insisten hasta en satanizar los anticonceptivos, es obvio que sigan sumando innumerables casos de embarazos no deseados.
Lo terrible es que, cuando se trata de embarazos no deseados, es la mujer la que recibe las culpas y las mayores responsabilidades.
Si decide tener a la criatura, la maquinaria social igual se le vendrá encima, empezando por obligarla a someterse a un matrimonio a las apuradas (antes de que se le vea la barriga), con alguien que tal vez apenas conozca o con quien no tenga un lazo emocional apto para generar una convivencia, aquello si el padre del bebé da la cara. Sola o acompañada, tendrá que asumir funciones parentales sin ansiarlo y que, por los roles de género, prácticamente recaerán en ella y muy probablemente en condiciones económicas y sociales inciertas ¿Y aun así se preguntan el por qué para muchos/as la “familia” es una institución demasiado defectuosa y, a veces, escenario de violencia e infelicidad?
Si no decide tener a la criatura, dada la actual legislación, la mujer se convierte en “delincuente”, además de arriesgar su salud y su vida por practicar un aborto en la ilegalidad, por tanto, sin saber a qué atenerse, a quién recurrir y soportando pésimas condiciones de salubridad.
En suma, una vez más, se penaliza a las mujeres por seguir sus pulsiones sexuales en un entorno de prohibiciones, tabúes, prejuicios y desinformación y que, como consecuencia de ese mismo contexto, terminan con un embrión en su vientre.
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