Sábado, 27 de septiembre de 2014
 

DESDE LA TIERRA

Teleférico al tun tun

Teleférico al tun tun

Lupe Cajías.- Lo que se temía desde que se lanzó el Teleférico sin licitación y sin consulta al Gobierno Municipal de La Paz, se cumple en los primeros meses de funcionamiento de la Línea Roja y en la primera semana de funcionamiento de la Línea Amarilla, sin que se anuncien soluciones a los nudos estructurales que trae la iniciativa. Ello sin nombrar su millonario costo; seis líneas más significarán casi una quinta parte de la deuda externa; la hidroeléctrica que se construye en Misicuni cuesta la mitad que esta fase.

Quizá este proyecto sea representativo del accionar del Movimiento al Socialismo en la administración pública. A partir de diagnósticos acertados sobre problemas cotidianos, en este caso el transporte público, se diseñan soluciones más políticas que técnicas y sin coordinación con los otros agentes que intervienen.

El paseo por cualquiera de las dos líneas es inédito, romántico y bello por el entorno paceño. Muchos turistas se apuntan al recorrido y según reportes llegan personas de otros lugares del país exclusivamente para tener esa experiencia. Era previsible.
Pasajeros que divisan en vivo y en directo la intimidad de las personas que moran debajo de las coquetas cabinas; en un momento se pensó en tapar los vidrios con avisos pero ello quitaría el gusto. Unos disfrutan, mientras otros soportan el cambio en sus existencias. Ese susto está acentuado en el paso de la Línea Amarilla, sobre todo desde la Buenos Aires, la parada en la Méndez Arcos y hasta la salida a Kantutani.
Decenas de familias comprueban que este formato es invasivo, con sus torres en medio de aceras e incluso dentro de condominios, con su distancia que permite la directa observación de sus patios y con el ruido permanente que hace imposible la otrora paz.
Lo peor es que se inauguró la Línea Amarilla sin las mínimas condiciones. El primer día el sistema se detuvo al menos tres veces y por más de 15 minutos y no segundos como insinúan autoridades del Teleférico y la gente sube y baja en plataformas de tierra y con barandas de plástico.
Las calles aledañas están destrozadas; la “solución” de la millonaria empresa es tirarle el muerto al GMLP y cuando la autoridad edilicia tenga que distraer recursos humanos, financieros y técnicos para una pasarela, no faltará el concejal que quiera juzgarlo por malversación porque ello no estaba en el POA.
Ya están los vendedores ambulantes en medio de la polvareda y el caos en la Curva de Holguín, ni rastros de conexiones con otros servicios ni plazas de comida o culturales. Al tun tun, a como dé lugar. Una idea modernista con un resultado cojo.