Domingo, 28 de septiembre de 2014
 

VIÑEDOS. La uva de los Cintis es considerada una de las más aptas del país para la producción de vinos y singanis por su localización geográfica.
VIÑEDOS. La uva de los Cintis es considerada una de las más aptas del país para la producción de vinos y singanis por su localización geográfica.

LOS PRODUCTORES DE VINOS Y SINGANIS QUIEREN ALCANZAR SU META EN 20 AÑOS

En marcha el plan de reactivación de los bodegueros del valle de los Cintis

En marcha el plan de reactivación de los bodegueros del valle de los Cintis



El sector sueña con producir 5 millones de litros de vinos y singanis por año

Richard Mamani Vedia

Los bodegueros del valle de los Cintis tienen un sueño. Y esta vez, al parecer, están dispuestos a darlo todo para llegar a la meta. Pase lo que pase. Ya comenzaron a poner en marcha un plan. Quieren reactivar la producción y alcanzar los niveles máximos en 20 años. Eso significa alcanzar las 1.000 hectáreas de plantaciones de uva y llegar a producir, en el mejor de los casos, unos 5 millones de litros de vinos y singanis al año. Los impulsores creen que es un sueño perfectamente posible.
¿Están alucinando? Parece que no. Dentro de unos diez meses, las 28 bodegas productoras de vinos y singanis de la región tendrán gas natural en sus plantas de producción. Eso, gracias a una iniciativa que los bodegueros del valle de los Cintis llaman “El proyecto del gas”.
YPFB, las alcaldías de Camargo, Villa Abecia y Las Carreras, incluida la Unión Europea (UE), a través del Programa de Apoyo a la Promoción del Crecimiento y la Diversificación de las Exportaciones (PROEX), planean invertir unos Bs 3 millones en esa “locura”.
“Así usaremos energía limpia y ya no la leña. Evitaremos la deforestación y además problemas para el medio ambiente”, dice el presidente de la Asociación de Bodegueros de los Cintis (ASOBOC).
Actualmente, una bodega promedio utiliza leña o Gas Licuado de Petróleo para procesar su uva. Sus costos de combustibles alcanzan a unos Bs 3.000. Con el gas natural, esos costos caerán en un 70%. Es decir, los bodegueros sólo tendrán que erogar Bs 1.000 para cubrir los gastos de combustible.
La eficiencia de los equipos mejorará, según los productores, lo que permitirá ampliar sus horas de trabajo. Actualmente, el promedio de trabajo es de ocho horas. Con el gas natural, según los cálculos de los bodegueros, subirá a 16. Es decir, podrán trabajar hasta en tres turnos.
“La producción se duplicará e, incluso, triplicará. Crecerá toda la cadena vitivinícola. Es decir, para producir más vino, vamos a tener que producir más uva, y, por lo tanto, la reactivación es el siguiente paso. Obliga a la región a prepararse para eso”, dice, entusiasmado, Molina.
“El proyecto del gas” es apenas un apéndice del “macro-proyecto” con el que sueñan los bodegueros de los Cintis, sin embargo. Su plan incluye no sólo la reactivación vitivinícola, sino la restauración y fortalecimiento de las bodegas y la revalorización del patrimonio arquitectónico del valle de los Cintis.
Los cinteños saben que cuentan con una ley de 1964, que declara a Camargo sede de la Feria Nacional Vitivinícola (FENAVIT), que este año cumple 50 años. También saben que cuentan con una ley departamental que declara al singani “patrimonio cultural e histórico del valle de los Cintis y de Chuquisaca” y que, recientemente, el Servicio Nacional de Propiedad Intelectual (SENAPI) emitió una resolución “de protección de la producción” de la zona, o, lo que es lo mismo, un certificado de “identificación geográfica”, que, una vez que comience a ser usado, le garantizará al consumidor que el vino o singani que está comprando proviene del valle de los Cintis.
Los bodegueros planean usar todos esos instrumentos legales para alcanzar su meta. Especialmente, el tercero.
Aunque todavía existen algunas dudas en algunos productores, la identificación geográfica, que irá plasmada en los productos a través de un sello –dirá algo así como producto del valle de los Cintis–, hará que los productores se esfuercen en proteger la cultura de producción de vinos y singanis de la región y que usen, obligatoriamente, uva de la zona. Si no lo hacen, no podrán incluir el sello de la identificación geográfica en sus productos.
Se trata de una estrategia que busca privilegiar la “calidad, antes que la cantidad” y obligar a elevar la producción de uva en la región.
El volumen de producción en el valle de los Cintis creció en el último tiempo. Los bodegueros de la zona, hace cuatro años, apenas producían unos 100 mil litros de vinos y singanis. Hoy, esa cifra es cuatro veces mayor. “Hoy, producimos medio millón de litros por año”, dice, orgulloso, Molina.
Las cifras siguen siendo enanas, sin embargo, comparadas con la capacidad de producción de la región. Según Molina, el valle de los Cintis tiene una capacidad instalada de 5 millones de litros por año, y la producción actual, según sus números, no llega al millón de litros por año.
“Tenemos cuatro millones de litros de capacidad instalada. La cosa es de dónde sacamos más materia prima”, se pregunta Molina.
El valle de los Cintis tiene 1.000 hectáreas de tierras potenciales para cultivos de uva. De ese total, actualmente sólo 300 hectáreas están siendo usadas. Es decir, hay 700 hectáreas disponibles, con riego, que no están siendo aprovechadas. Falta inversión.
Peor: los cinteños le compraron unos 5.000 quintales de uva a Tarija sólo este año. Los bodegueros ya no quieren que eso se repita. Pronto crearán un “consejo regulador”, que se encargará de “administrar, fiscalizar y controlar el asunto de la identificación de los productos. De nuevo: para usar el sello de “identificación geográfica”, el productor deberá acreditar que su producto fue hecho con uva de los Cintis y con las técnicas de producción de la zona.
“Estamos empeñados en que, en 20 años, queremos tener las 1.000 hectáreas de vid y en que las bodegas puedan absorber esa producción”, sueña Molina.
Por lo pronto, los bodegueros ya consultaron con el Banco de Desarrollo Productivo (PDP) y, por ahora, están en esa lucha. Lo bueno es que ya comenzaron a soñar y a trabajar para hacer realidad ese sueño. “Hay voluntad y empuje interno”, afirma Molina. Sólo falta que el Estado se suba al barco y se arriesgue. Si eso se produce, es muy probable que dentro de 20 años ambos socios celebren con un prominente ¡salud!

Meta

1.000 hectáreas de cultivos de uva es lo que pretende alcanzar en 20 años ASOBOC para elevar su producción de vinos y singanis.