COLUMNA VERTEBRAL
Contra la mala fe
Contra la mala fe
Carlos D. Mesa Gisbert.- El gobierno de Chile ha presentado, una vez más, un documento de respuesta al discurso del Presidente de Bolivia ante la Asamblea General de la ONU y lo ha hecho, de nuevo, con argumentos que nada tienen que ver con el espíritu de ese discurso y, lo que es más grave, reiterando su postura de tergiversar el contenido de la demanda jurídica boliviana y desmerecer la vocación pacifista y dialogante de Bolivia incluso en el marco de su decisión de acudir a la Corte Internacional de Justicia.
El Presidente Morales dijo en la Asamblea General de la ONU: “…con la convicción de país que cree y promueve la paz y convencido en la armonía de nuestras relaciones con todos nuestros vecinos, es que acudimos ante la Corte Internacional de Justicia, en busca de diálogo para resolver pacíficamente y de buena fe, una prolongada disputa sobre nuestro acceso soberano al Océano Pacífico”.
“Nuestra demanda no busca alterar el orden internacional de los límites y fronteras, como tampoco amenazar los tratados internacionales, tal cual pretende hacer creer el Gobierno de Chile, al contrario, Bolivia invoca al derecho internacional y sus principios, para resolver de manera concertada y de buena fe su acceso soberano al Océano Pacífico”.
“Haremos bien a nuestros pueblos, a nuestras nuevas generaciones, a la regio´n y al mundo, concertando una solución efectiva y en paz para el acceso soberano de Bolivia al mar. Por ello, pido a todos los pai´ses del sistema de las Naciones Unidas en esta 69 Asamblea, que nos acompan~en, no so´lo a Bolivia, tambie´n a nuestro vecino Chile, en este desafi´o por la paz, la justicia y el derecho”.
El espíritu de la acción boliviana expresada por el Presidente Morales en la ONU al ir ante un tribunal internacional, como consecuencia de la legítima frustración después de más de un siglo de esfuerzos por lograr una solución mediante negociaciones bilaterales en las que Bolivia puso sobre la mesa propuestas razonables, buena fe y gran paciencia, sigue marcando una lógica inalterable, pacifismo y búsqueda de diálogo.
El país marca con el contenido de su demanda un objetivo que puede ser, contra lo que sostiene Chile, un antecedente internacional fundamental para la resolución pacífica de conflictos. Bolivia no ha ido a la CIJ con una idea reivindicacionista del “todo o nada”. La palabra reivindicación ha cobrado para nosotros una nueva dimensión, la de conseguir un objetivo razonable pero legítimo como nación que comenzó su vida independiente con 120.000 km2 de Litoral y 400 km lineales de costa, esa dimensión es la de tener un acceso SOBERANO al Océano Pacífico. La palabra diálogo no es una forma, es un concepto esencial y tiene un sentido profundo en la concepción jurídica de la demanda. Combina dos ideas, la de que Chile se comprometió varias veces a darle a Bolivia un territorio con acceso soberano al mar y la de que, a partir de esas promesas, un diálogo de buena fe conduzca a un acuerdo entre ambas partes. En ese contexto, Bolivia pide a la CIJ que obligue a Chile a negociar de buena fe, pero a la vez afirma su voluntad de que ese diálogo considere con respeto la posición de Chile y sus propuestas para llevar a buen fin esa negociación. La obligación, es obvio, surge de la historia, de la evidencia reiterada por más de un siglo de que Chile no dialogó con Bolivia de buena fe y no tuvo una verdadera voluntad de resolver definitivamente nuestro enclaustramiento.
La demanda además parte de una premisa esencial, el absoluto compromiso de Bolivia con el respeto a los tratados internacionales. No está referida ni directa ni indirectamente al Tratado de 1904. Es por ello una muestra de probada mala fe del gobierno de Chile, que conoce en su integridad el contenido de la Memoria boliviana, afirmar de modo pertinaz que Bolivia pone en cuestión los tratados internacionales y peor aún que pretende forzar a Chile a modificar sus fronteras. ¿Forzar a alguien a hacer lo que prometió hacer a través de compromisos formales, oficiales y por escrito en varias ocasiones a lo largo de más de 60 años?
El Primer Mandatario ha insistido, como lo hemos hecho los Jefes de Estado desde que se creó la ONU, en que tendremos un futuro mejor en América Latina si resolvemos de manera concertada el problema entre nuestros dos países. Terminó su discurso pidiendo a las naciones del mundo que acompañen tanto a Bolivia como a Chile en este esfuerzo. La palabra acompañar unida a la de un objetivo de paz y un sentido de diálogo y concertación, no puede ser más explícita en torno a la verdadera vocación boliviana.
La demanda debe leerse sobre esas premisas y no sobre la manipulación de su contenido y de sus objetivos.
A pesar de que Chile responde con innecesaria agresividad, sin voluntad política alguna de resolver el problema pendiente con Bolivia, el país insiste e insistirá en que el camino de la solución es el de la paz con firmeza y seguridad en sus objetivos. El futuro de nuestra promisoria relación común depende de esa solución.
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