RAÍCES Y ANTENAS
La emoción frente al lingote
La emoción frente al lingote
Gonzalo Chavez A..- Hace pocos días, entró en operación la planta de Karachipampa, que estuvo parada por casi 30 años. La prensa reflejó el histórico hecho con sendas notas. La foto que más me impresionó fue aquella donde toda la nomenclatura del poder actual mira extasiado el símbolo del progreso, el primer lingote de metal producido. Por fin el inicio de la ansiada industrialización de los minerales. Cabe recordar que Inglaterra fundió el hierro hace 200 años.
Las primeras fundiciones en América Latina datan de los años 30 del siglo pasado. El referido hecho además de reflejar el imaginario de desarrollo del Gobierno puede tener dos lecturas, la primera que sostiene que más vale tarde que nunca, que la economía boliviana empezó el catching up (el ponerse al día) de la industrialización, agregando valor a las materias primas. Se inicia el camino de la convergencia que nos llevará al primer mundo. Desde los balcones sagrados del poder se proclama: vamos bien. Los siguientes pasos serían la siderurgia, el laminado y elaboración de productos más complejos. Es decir, un proceso de industrialización vertical, que partir del lingote, en algún momento se llegará al automóvil.
La segunda interpretación es más pesimista y sostiene que esta visión de industrialización oficialista no es la más adecuada. Esto es reeditar el modelo nacional desarrollista de nuestros abuelitos, que consolida nuestra función de proveedor de materias primas, aunque éstas tengan algo más de valor agregado, en la división internacional del trabajo. Es decir, refuerza la idea de especialización en el sector primario exportador (minerales y gas natural). La experiencia internacional muestra que la industrialización de los recursos naturales no genera desarrollo integral. Además, los ingresos de estas actividades son muy vulnerables a los vaivenes de los precios del mercado mundial. Por ejemplo, si el precio de la plata cayera esto afectaría a toda la cadena del sector.
Esta concepción de desarrollo vuelve a la idea de especializar a la economía en lo que mejor sabe hacer con un barniz industrializador. A saber la producción de minerales con cierto valor agregado, sin cambiar la esencia de la matriz productiva. La industrialización de los recursos naturales con integración vertical no rompe con la visión neoclásica del comercio internacional. Cabe recordar que el principio de la ventaja comparativa de David Ricardo establece que los beneficios del comercio están en la especialización. Por estas tierras de dios, los neorrevolucionarios de palabra y neoliberales de acción nos condenan a vivir de los frutos y tosidas de la Pachamama, aunque ahora en otras formas de productos.
Una visión más heterodoxa y keynesiana de la economía, a la cual me adscribo, sostiene que el desarrollo económico integral y sostenible y por lo tanto, un inserción más competitiva en el comercio mundial requiere de diversificación productiva en varios sectores y no sólo de especialización. Bajo este manto conceptual, industrialización es aumentar las capacidades productivas sobre un rango mucho mayor de bienes y servicios. Puesto de una manera más sencilla, industrialización es aprender a hacer nuevas cosas y no focalizarse en aquellos productos que hace muchos años producimos, aunque ahora le demos un poco más de valor añadido, como es el caso de los lingotes en la minería nacional, o de la urea o los plásticos en el sector de gas natural. Ahora, cuando se analiza lo que en teoría se presenta como industrialización vía diversificación, los ejemplos no son muy alentadores. Con gran pompa se presenta una procesadora de almendras, una planta de palmito, y de coca y stevia, una empresa de extracción de cítricos, un criadero de peces y lo que se considera el primer paso de la tercera revolución industrial y tecnológica, la ensambladora de computadoras, donde el 100 por ciento de los componentes es chino o americano. Cabe recordar que hace 20 años, el sector comercial informal en Bolivia arma ordenadores marca Chanchito. Y quien no haya tenido uno de estos computadores que tire la primera piedra.
La ternura revolucionaria frente a los lingotes fue conmovedora. No quiero pensar que pasará cuando el lingote se convierta en clavo y ensamblemos tarjetas madre de computadores. Estas acciones pueden tener un alto contenido simbólico y emotivo, pero están muy lejos de un cambio profundo en la base productiva, que genera una diversificación productiva real. La agenda de la industrialización contemporánea está vinculada a la revolución de la inteligencia, a los cambios de las tecnologías de información y comunicación y la masificación de la computación; se basa en energías renovables en base al hidrógeno, redes de distribución de energía eléctrica "inteligentes", manufactura digital, tecnologías de la información y sus diversas aplicaciones en el computing cloud. Es una diversificación de otra índole. Los lugares de esta revolución en curso son los territorios inteligentes En estos habitan grupos sociales e instituciones creativas, que son la energía y motores de la economía creativa. Ésta puede estar vinculada a la ciencia, la tecnología, el arte, la historia, los medios de comunicación, la cultura, el turismo, los servicios financieros, manufacturas personalizadas, la arquitectura, el entretenimiento, el activismo social, etc. Además, la revolución industrial moderna puede ser hecha en la base de la pirámide social, beneficiando a los más pobres.
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