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Feminicidio y populismo penal
Feminicidio y populismo penal
Arturo Yáñez Cortes / Por si acaso, no estoy contra la protección de la mujer –es más, estoy a favor de proteger los derechos y la integridad de todo ser humano–, pero habría que admitir la importancia determinante de que lo que se haga con ese fin, debe producir resultados favorables, ya que como había declarado y escrito cuando se discutía y finalmente se aprobó la introducción de un “nuevo” tipo penal consistente en el delito de feminicidio, tenía serias dudas que esa medida legislativa daría los resultados que tanto habían publicitado sus apologistas o siquiera podría contribuir a reducir, de manera relevante, los asesinatos y violencia en contra de las mujeres; esto por un sencillo análisis que demostró y sigue haciéndolo, que ese medio no produce aquellos resultados; es decir simple relación de causa–efecto o mera eficacia: lograr los objetivos propuestos con los medios usados.
Lamentablemente, el tiempo transcurrido desde aquellos momentos y los datos recién publicados calificados por varios como una “ola de feminicidios” confirma que el “crear nuevos delitos” (pese a que el bien jurídico protegido que es la vida e integridad personal, ya estaba protegido e incluso el tipo penal asesinato naturalmente no distinguía si la víctima es hombre o mujer); el rebautizar al asesinato con algún otro nombre –por mucho que esté de moda (el nombre, por si acaso); repetir el núcleo penal de la conducta ya descrita en otro tipo penal con similar núcleo e incluso aumentar la pena hasta límites máximos, no solucionan el problema, en este caso la violencia contra la mujer o el ser humano (incluyendo varones, niñ@s, ancian@s, etc), siendo aquellas medidas sólo ornamentales: espejitos de colores que se ofrecen al elector/ciudadan@, para que caiga en la ingenuidad de creer que así tiene más seguridad (y de paso intentar le conceda su voto y/o apoye políticamente). Es decir, mero populismo penal.
El tema de fondo es que el problema de la violencia, sea contra la mujer o contra cualquier ser humano e incluso animal, sigue en aumento en Bolivia y, por tanto, es urgente que no sólo el gobierno, sino los ciudadanos, reflexionemos esta vez en serio acerca de medidas que produzcan resultados a través de medios idóneos para el efecto deseado. Empecemos por reconocer que el populismo penal no soluciona aquellos problemas e incluso, como se está nuevamente comprobando por las vergonzosas estadísticas de la realidad boliviana, todo indica que no sólo es inútil para por lo menos reducir el problema, sino que distrae los escasos recursos disponibles para ese tema (para otros hay recursos e ilimitados como ocurre con la campaña oficialista con recursos públicos, por ejemplo) e impide realizar acciones eficaces que, con un poco de sentido común y alguito de conocimiento, pudieron usarse con eficiencia (incluyendo hacer menos discursos y leyes reiterativas que ni siquiera se implementan adecuadamente), lo que pasa por recordar aquello de Perfecto ANDRES IBÁÑEZ “Sobre los habituales usos abusivos y desviados del derecho penal, que de teórica única o extrema ratio, ha pasado a convertirse en ordinario instrumento de (mal) gobierno de graves problemas sociales desatendidos en su ámbito propio”.
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