EDITORIAL
Una apasionante campaña
Una apasionante campaña
Es necesario seguir con atención el proceso electoral brasileño pues de su desenlace depende en gran medida el futuro económico de nuestro país
Si ha habido una campaña electoral llena de sobresaltos, ésta ha sido la de Brasil. Desde un principio se perfilaban como los candidatos con más posibilidades de ganar la actual mandataria, Dilma Rousseff, seguida del socialdemócrata Aecio Neves y Eduardo Campos, del Partido Socialista de Brasil (que se separó del Partido de los Trabajadores luego de las denuncias de corrupción), quien en un accidente perdió la vida, siendo reemplazado por la activista medioambiental Marina Silva que, en algún momento, incluso se situó en las encuestas por encima de Rousseff y se la daba como segura segunda opción.
Sin embargo, probablemente por su radicalidad y su afiliación evangelista, finalmente resultó tercera, recuperando el segundo lugar a Neves, quien disputará una segunda vuelta el domingo 26 de octubre en un final que parece imposible de predecir. Es que la mandataria brasileña alcanzó un 42 por ciento, frente al 34 obtenido por Neves y el 21 por Silva.
Si bien en política no caben las sumas aritméticas, quienquiera que se alíe con Silva será el/la elegido/a. Sin embargo, por las informaciones a las que se tiene acceso no parece fácil concertar propuestas. Rousseff tiene la desventaja del desgaste que sufre el paso largo por el poder y, sobre todo, de una estructura política afectada profundamente por la corrupción y el permanente relativismo de sus propuestas.
De hecho, si bien Silva no ha adelantado ninguna decisión, sí ha afirmado que la población brasileña quiere mayoritariamente un cambio, lo que puede ser interpretado como una inicial preferencia de alianza electoral, pero, sin cerrar ninguna puerta.
Además de la política interna, la internacional también influye en el electorado brasileño. Pareciera que hay hastío con la condescendencia con la que los sucesivos Gobiernos del PT han tratado a Gobiernos como el argentino o los afiliados a la ALBA (Venezuela, Bolivia, Ecuador, entre los principales), actitud que tendría consecuencias económicas negativas para Brasil que, además, habría sido subestimado pese a su carácter de potencia emergente. Se cuestiona también la política del PT en relación a Estados Unidos y la Alianza del Pacífico, donde la presencia de México no gusta para nada a Brasil.
Por nuestra parte, es necesario seguir con atención este proceso electoral. Brasil es nuestro vecino más grande y, sobre todo, el que nos compra gas y con el que tenemos que negociar un nuevo contrato de venta de este producto, negociación clave para nuestra economía, peor aún, si hemos cometido una serie de gafes diplomáticos que si bien han sido hábilmente tratados por las actuales autoridades brasileñas, no es aventurado creer que con un cambio de guardia podría darse un cambio de actitud.
En todo caso, en el fondo, sea que la presidenta Rousseff sea reelecta o sea relevada por Neves, tranquiliza que se lo haga dentro del marco democrático que se ha consolidado en la región y dentro del cual es posible dar continuidad a determinadas políticas internas y externas, como cambiarlas en función de lo que los gobernantes de turno consideran mejor para sus países.
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