LA NOTICIA DE PERFIL
Que se haga en Orinoca
Que se haga en Orinoca
Paulovich.- Cautamente, como siempre proceden las cholitas prudentes y mucho más si son prestamistas, mi pariente espiritual me preguntó si el presidente vitalicio Evo Morales había anunciado en serio su propósito de construir una planta de energía nuclear en nuestro país, luego de haberse hecho pública la existencia de yacimientos de uranio en territorio boliviano.
Como corresponde a un periodista de mi edad y experiencia, respondí a mi socia periodística que el presidente Evo habla siempre en serio, y si anunció que construiría una planta nuclear en Bolivia y que ésta nos pondría a la cabeza energética de Sudamérica, es porque piensa hacerlo con la ayuda de Rusia, o de China, o de Irán, o del mismísimo diablo.
Mis palabras acentuaron su preocupación, atreviéndose a contarme que había consultado con hombres más serios que yo para que le contaran la tragedia que acaeció en Chernóbil cuando los expertos y sabios de la Unión Soviética no pudieron controlar la energía nuclear en dicha planta.
Para no hacer muy larga esta crónica, le referí a mi comadrita que la ciencia y la técnica de un país muy avanzado como es el Imperio del Japón desarrolló hace ya muchos años el aprovechamiento de su energía nuclear, encontrándose con una planta que desbordó su control y amenaza aún a dicha región.
Al conversar sobre estos temas se le puso la “carne de gallina” a la cholita cochabambina y yo “casi pongo un huevo” al enterarme de que Evo y sus consejeros atómicos piensan desarrollar la energía nuclear en La Paz, ciudad que ambos amamos mucho y no quisiéramos que jamás sufriera de un desperfecto en sus radiadores nucleares.
Fue entonces que sobrevino –cual inspiración del Espíritu Santo– la idea de desarrollar nuestros trabajos nucleares lejos de nuestra querida ciudad, proponiendo la sabia cholita cochabambina: “Hagamos de Orinoca la Capital Atómica de Bolivia” porque allí nació el hombre providencial que puso a Bolivia como el generador de la energía de América del Sur.
Luego nos abrazamos y salimos a las calles de Obrajes gritando “¡Viva Orinoca, carajo, no queremos perecer achicharrados!”
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