Jueves, 16 de octubre de 2014
 

SURAZO

Retroceso

Retroceso

Juan José Toro Montoya.- El ser humano no pudo reducir las distancias pero sí los tiempos.
Hace 522 años, un desconocido marino llamado Cristoforo Colombo llegó a Guanahani, que hoy conocemos como San Salvador, pero creyó que había desembarcado en las Indias. La historia –por lo menos la oficial– es harto conocida y no vale repetirla aunque el 12 de octubre esté tan reciente.
Me valgo del episodio para algunos apuntes necesarios: el primero es que Colombo no fue el primer europeo en llegar a estas tierras.
Hoy en día, los historiadores ya establecieron que oleadas migratorias cruzaron el estrecho de Bering durante las glaciaciones y mucho después; más o menos el año 981 de nuestra era, Eric el Rojo llegó a Groenlandia. En el siglo XI, había colonias escandinavas con granjas, templos y monasterios. José Mesa y Teresa Gisbert apuntan que el último obispo de Groenlandia murió en 1385, mucho antes de la llegada de Colombo.
Es claro que las migraciones escandinavas no fueron conocidas por los europeos por falta de medios de comunicación. Incluso el mismo Colombo se enteró tardíamente que había llegado a un continente desconocido para la mayoría de los europeos. Si en ese entonces hubiera existido el GPS, él sabría con exactitud a dónde había llegado y, si los medios de comunicación hubieran sido los de ahora, la noticia de su llegada se habría difundido en menos de un minuto por todo el mundo.
Pero no. Los europeos solo tomaron conciencia de lo ocurrido meses después y, a través de cartas, la noticia de la llegada de Colombo –mal llamada “descubrimiento” – se difundió en meses.
La distancia entre Huelva, desde donde partieron las naves de Colombo, hasta San Salvador sigue siendo la misma, pero si alguien que está en el puerto de Palos de la Frontera quiere comunicarse con una persona de la isla que una vez se llamó Guanahani lo puede hacer de inmediato mediante teléfono, mensajería instantánea o con cualquiera de los muchos medios existentes hoy.
Y es que estamos en el siglo XXI, el de las telecomunicaciones, y ni la distancia ni las dificultades emergentes de la pobreza extrema son excusas para que una información llegue de un lugar a otro de la manera más rápida posible.
Otro 12 de octubre, pero de 2014, los bolivianos reeligieron a Evo Morales como presidente por un tercer periodo. La única información conocida fue la del conteo rápido, la extraoficial, porque el Tribunal Supremo Electoral tuvo dificultades para recoger, procesar y difundir los datos oficiales. Cuando se les hizo notar su tardanza, algunos vocales se enojaron y dijeron que están cumpliendo los plazos. Su retraso nos recuerda lo que pasó con el último Censo Nacional de Población y Vivienda, cuando los datos salieron más tarde que en años anteriores y, al final, hasta nos cambiaron los resultados.
¿Qué es lo que está pasando con el manejo de datos en el Estado Plurinacional (no plurinominal) que se supone ha entrado de lleno a la modernidad hasta con satélite propio?
Lo que ocurre, aunque a los vocales les duela, es que hemos retrocedido en el manejo de la información, de toda la información, porque, después de todo, eso le conviene al gobierno.