OBJETIVOS DEL MILENIO POST 2024
Objetivos energéticos, grandes beneficios
Objetivos energéticos, grandes beneficios
Bjorn Lomborg.- Alimentos nutritivos, agua potable y asistencia sanitaria básica para todos pueden ser objetivos de alta prioridad obvios para la comunidad internacional, pero no debemos ignorar la energía. La energía confiable y asequible es tan vital para las economías en desarrollo y emergentes de hoy como lo fue antes de la Revolución Industrial. Impulsada principalmente por su incremento de cinco veces en el uso del carbón, la economía de China ha crecido 18 veces en los últimos treinta años, mientras 680 millones de personas fueron sacadas de la pobreza.
La escalera energética es una manera de visualizar las etapas de desarrollo. Esto comienza con lo que llamamos los biocombustibles tradicionales –leña, estiércol y residuos agrícolas. Casi tres mil millones de personas utilizan estos recursos para cocinar y calentar el ambiente interior, lo que es tan contaminante que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que causa la muerte de una de cada 13 personas que mueren en el planeta.
El siguiente paso en la escalera energética son los “combustibles de transición”, como el querosene, el carbón y gas licuado del petróleo, mientras que la parte superior de la escalera es la electricidad, que por suerte no genera contaminación dentro del hogar. Debido a que la electricidad a menudo es alimentada por combustibles fósiles, contribuye al problema del calentamiento global. Por lo tanto, una opción atractiva podría ser pasar a la energía limpia, como la eólica, la solar y la hidráulica. Algunos están sugiriendo que los países en desarrollo deberían omitir el paso fósil y pasar directamente a la energía limpia. Sin embargo, los países ricos ya están descubriendo que abandonar el carbón y el petróleo resultará difícil, y no hay respuestas fáciles para las economías en desarrollo.
La pregunta crucial de hoy es: ¿qué debe priorizar el mundo? Mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus, está ayudando a acercar mejor información a esta discusión. Hemos pedido a algunos de los principales economistas del mundo que analicen en detalle las principales áreas de desafío, estimando los costos y beneficios económicos, sociales y ambientales de los diferentes objetivos.
Entonces, ¿los casi tres mil millones de personas que cocinan con chimeneas abiertas tóxicas tienen mayor prioridad que el objetivo más amplio y a largo plazo de recortar el uso de combustibles fósiles? Resulta que hay maneras inteligentes para ayudar en ambas direcciones, dicen Isabel Galiana y Amy Sopinka, las dos economistas que escribieron el artículo principal sobre energía.
Quemar leña y estiércol en chimeneas interiores abiertas es ineficiente y provoca una horrenda contaminación del aire. Más de cuatro millones de personas al año mueren a causa de enfermedades respiratorias provocadas por los humos procedentes de chimeneas en ambientes interiores.
La mayoría de ellas son mujeres y niños de corta edad, que son también los que pasan su tiempo recogiendo leña, a menudo desde muy lejos. Proporcionar instalaciones de cocina más limpias –hornos eficientes que funcionan con gas licuado– mejoraría la salud, aumentaría la productividad, y permitiría a las mujeres dedicar tiempo a ganar dinero y permitiría a los niños ir a la escuela.
Los beneficios económicos de sacar a todos del estiércol y la madera son tan altos como los beneficios estimados en bienestar humano: más de $us 500 mil millones al año. Los costos serían muy inferiores, alrededor de $us 60 mil millones anuales, incluyendo subvenciones y subsidios para la compra de hornos. Cada dólar gastado compraría casi $us 9 de beneficios, lo cual es una muy buena manera de ayudar.
Mientras que una cocción limpia es importante, la electricidad puede aportar diferentes beneficios. La iluminación significa que los estudiantes pueden estudiar de noche, las clínicas pueden refrigerar las vacunas, y el agua puede ser bombeada de los pozos para que las mujeres no tengan que caminar kilómetros para buscarla.
Si queremos hacer frente al calentamiento global, por otro lado, hay algunos objetivos que deberíamos agotar. Un objetivo importante sugiere duplicar la cuota mundial de energías renovables, sobre todo solar y eólica, pero esto resulta en un uso bastante ineficaz de los recursos. Los costos adicionales de hacer frente a la producción intermitente e impredecible de las energías renovables las hace caras, y el costo probablemente sea mayor que los beneficios.
Sin embargo, el mundo gasta 544 mil millones de dólares en subsidios a los combustibles fósiles, casi exclusivamente en países del tercer mundo. Esto dilapida la capacidad de los presupuestos públicos de proporcionar salud y educación, fomentando al mismo tiempo emisiones más altas de CO2. Por otra parte, los subsidios a la gasolina en su mayoría ayudan a los ricos, ya que son los únicos que pueden acceder a un automóvil propio. Eliminar los subsidios a los combustibles fósiles sería un objetivo fenomenal, ya que reduciría el CO2 a la vez que ahorraría dinero para otros y mejores usos públicos. Los economistas estiman que cada dólar de costos proporcionaría más de $us 15 en beneficios climáticos y públicos.
Con estos objetivos de tan alto rendimiento, la evidencia económica muestra que –si se eligen cuidadosamente– los objetivos energéticos sin duda deben ser parte de las promesas para los próximos 15 años.
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