RAÍCES Y ANTENAS
Tirole y el Estado inteligente
Tirole y el Estado inteligente
Gonzalo Chavez A..- Uno de los reproches que se hace con frecuencia a los economistas es que sus teorías están muy alejadas de la realidad. En muchos casos esta acusación es verdadera. Pero también hay excepciones, como es el marco conceptual desarrollado por el premio Nobel de Economía 2014, Jean Tirole, Director de la Toulouse School of Economics. En efecto, en esta oportunidad se premió a los esquemas de regulación económica de los servicios como agua, luz, gas natural o telecomunicaciones y a la promoción de competencia en mercados oligopólicos.
El profesor Tirole y su fallecido colega Jean-Jacques Laffont en base a teoría de juegos – una disciplina de la economía que ayuda a explicar las relaciones de mutua dependencia entre diversos actores (personas, empresas y Estado)– desarrollaron arcabuces conceptuales para entender las asimetrías de información en mercados imperfectos y la manera de corregirlas. Ambos pueden ser considerados los padres de la regulación económica moderna.
Permítanme un ejemplo para ilustrar las ideas de Tirole. Las empresas telefónicas quisieran vender muchos servicios de llamadas por celular post pago, pero enfrentan un mundo de consumidores muy diverso. Jóvenes, ejecutivos, pequeñas empresas, amas de casa y comerciantes. Gente que habla mucho por celular, otra que sólo realiza unas pocas llamadas al día. Personas con más o menos ingresos. En fin, un mercado muy heterogéneo y donde los posibles usuarios tienen mucha más información (valoración del servicio o predisposición de pago) que las empresas. Existe asimetría de información. Por supuesto que la empresa puede realizar costosos estudios de mercado para conocer el perfil de sus consumidores, pero es imposible que tenga la película clara sobre la preferencia económica de las personas.
En un escenario de información imperfecta, la empresa puede establecer un único paquete con una tarifa elevada. Los consumidores ricos adquirirán el servicio, pero se excluirá a miles de potenciales usuarios. La empresa desaprovechará parte del mercado y abrirá mano de ganancias. La otra opción es que la empresa coloque a venta un paquete barato, esto ampliará la base de usuarios, pero la compañía también perderá porque no podrá capturar el excedente económico de aquellos consumidores que están dispuestos a pagar más por el servicio o porque tienen más ingresos o porque usan más el celular. En un mundo ideal, la empresa monopólica quisiera conocer cuánto valoriza cada persona el servicio de llamadas y su disposición a pagar por él. Con esta información, se podría tener una tarifa diferente para cada usuario. Pero esto no es posible, entonces se debe diseñar múltiples contratos que solucionen el problema de la asimetría de la información, usando las teorías de Tirole. En la práctica, las empresas de telecomunicaciones proponen cuatro paquetes para que los consumidores revelen cuánto están dispuestos a pagar. Por ejemplo, se establece un paquete ejecutivo, un familiar, un estudiantil y uno básico, con diferentes tarifas por segundo y cantidad, bajo el criterio de que el que compra más minutos paga menos. Con estos contratos preestablecidos, los consumidores eligen la opción que más les convenga a sus ingresos y necesidades de servicio. El usuario voluntariamente revela su información sin ningún costo para la empresa y ésta tiene un esquema para capturar un mayor excedente económico de todos los consumidores.
Otro caso donde se presenta desigualdad en la información entre actores económicos es en la regulación de monopolios.
Antes de las teorías desarrolladas por Jean Tirole, el Estado, a través de un ente regulador (aquí en Bolivia las Autoridades de Regulación), podía establecer tarifas para los servicios públicos monopólicos mediante dos metodologías: 1) Estableciendo una tasa de retorno para inversión, digamos 9%, y a partir de este parámetro, la empresa privada o pública debe calcular sus precios. 2) El precio tope (Price cap) que establece un máximo a cobrar por el servicio. En ambos casos, es muy complejo el cálculo, porque la firma tiene mucha más información sobre sus costos y tecnología de la producción, que el ente regulador. Existe una enorme asimetría de la información. En cualquiera de las metodologías, la autoridad regulatoria puede equivocarse induciendo o colocando un precio alto por el servicio, en cuyo caso la empresa gana mucho dinero, o un precio bajo, en cuyo caso, se mata a la compañía. Obtener información sobre costos y otras variables técnico financieras es muy caro; los reguladores tendrían que ir a vivir dentro de las empresas. Es en este contexto complejo que Tirole diseñó un sistema de contratos de producción, los cuales son ofrecidos, por el regulador público, a las empresas monopólicas, estos son similares a los paquetes que nos ofrecen las compañías de celulares.
Una empresa con altos costos elegirá un contrato de regulación con relativamente alta compensación por éstos. Y aceptará cobrar una tarifa por el servicio más baja. En cambio, una compañía que tiene mayores oportunidades de reducir sus costos elegirá un contrato con relativamente baja compensación de sus costos, pero con un precio más alto por los servicios. Sin que el ente regulador tenga que hacer dispendiosos estudios sobre los costos de las empresas para determinar el precio que cobran los monopolios, éstos revelarán qué tipo de empresas son.
Tirole también ganó el premio Nobel de este año por los avances logrados en teorías sobre oligopolio, inversiones estratégicas, independencia en la regulación y varios otros temas más. Contribuyó a dar base teórica a la intervención estatal inteligente para corregir fallas de mercado.
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