Lunes, 20 de octubre de 2014
 
Antídoto para la negatividad

Antídoto para la negatividad

Cecilia Levy.- La negatividad se encuentra en todas partes. Sólo tenemos que abrir un periódico o ver los noticieros de la televisión para darnos cuenta del estado en el que el mundo se encuentra.
Todo esto nos genera una influencia dañina y como resultado obtenemos frustración, mal humor e intolerancia colectiva. Sin embargo no podemos ser indiferentes a las inquietudes acerca de nuestro futuro, familia, el medio ambiente, la población, la situación financiera, la política, la distribución de los recursos, el desempleo, la creciente violencia, etc.
Si reflexionamos internamente y de una manera honesta, nos haremos conscientes de que la raíz de la negatividad es la incomprensión masiva del momento actual en el que el mundo está atravesando como nunca en la historia.
El momento nos llama a abrirnos a la posibilidad de entender y comprender los sucesos que nos conducen a los hechos de la actualidad.
Nos encontramos en un periodo histórico que la civilización está cruzando, particularmente opaco. La condición del mundo es compleja, delicada y complicada. Después de la oscuridad viene la luz; la noche tiene que convertirse en día. Esto ocurrirá con el paso del tiempo, no se puede forzar el ritmo del mismo, de manera que es preferible aprender a ser un observador imparcial. No debemos permitirnos ser arrastrados por los diferentes aconteceres, afectando así a nuestro propio estado de optimismo.
Analógicamente un actor interpreta un papel en el escenario y está totalmente implicado con todo lo que está sucediendo en él. Alguien en el público es consciente de todo en el escenario, prevaleciendo objetivo. Por consiguiente, debemos reconocer las reglas del juego de la vida para que de esta manera logremos ser un actor y un observador al mismo tiempo, siendo capaces de mirar las cosas desde una distancia oportuna, sin perder de la objetividad.
Si permitimos que la negatividad de otras personas nos afecte, estaremos sumergiéndonos en el ciclo de las acciones, reacciones y respuestas, sobre lo cual no tenemos control. Por el contrario, si los vemos, escuchamos, respetamos como seres humanos y personas, entendiendo sus puntos de vista, esto amplía y esclarece nuestra aceptación.
Al saber cuál es nuestro propósito como individuos, es que podemos movernos en esa dirección para llegar a nuestras metas y objetivos. Sólo de esta manera somos fieles a nosotros mismos. De lo contrario, nos convertimos en títeres de las circunstancias y situaciones de los demás, dejando de ser dueños de nuestros propios sentimientos y destino.
Si permitimos que la gravedad de la negatividad nos atraiga e impulse hacia la crítica, el chisme, la comparación, el juzgar o competir constantemente, no podremos visualizar el enorme valor que contiene el mundo.
No podemos cambiar o controlar a nadie, pero sí podemos cambiar nuestras actitudes y respuestas teniendo respeto y consideración. Sin reaccionar, somos capaces de influir a los demás, ya que nuestros impulsos crean barreras entre las partes, lo que hace difícil la comunicación.
Eliminar la negatividad existente en el planeta a la que nos sentimos atraídos, por optimismo; desarrollar puentes de comunicación y acciones positivas; lidiar con situaciones de maneras objetivas; encontrar soluciones en las complicaciones; construir posibilidades en lugar de debilidades, nos hacen sobrevivientes héroes de la negatividad existente.