SURAZO
Evo 2025
Evo 2025
Juan José Toro Montoya.- Al revisar el archivo de esta columna confirmé que mi memoria no es confiable.
Resulta que, a lo largo de los años en los que se publica, utilicé por lo menos dos veces el título “Evo for ever” y sólo me di cuenta de ello hasta ahora, cuando se me ocurrió revisar artículos anteriores.
Y es que el tema de la permanencia de Evo Morales en la presidencia de Bolivia no es nuevo. No pocos analistas lo advirtieron ya en sus primeros meses de gobierno, allá por el primer trimestre de 2006, luego de que algún avispado dirigente masista, todavía obnubilado por los humos del reciente triunfo, declaró que su partido tenía la intención de quedarse 50 años en el poder.
Claro que, entonces, nadie le prestó mucha importancia. La historia política de Bolivia es tan turbulenta –y patética– que no faltó algún presidente que anunció que gobernaría 20 años y tuvo que dejar el poder antes de cumplir dos. No. El anuncio no parecía serio, por lo menos para el común de la gente, y sólo algunos nos atrevimos a advertir que el proyecto político inaugurado en enero de 2006 tenía para largo.
Alguna vez escribí que Evo Morales gobernaría hasta el 2020 y muchos me tildaron de fantasioso. No les culpé entonces porque, después de todo, nuestro país no tenía antecedentes de gobiernos tan prolongados como el de Fidel Castro, en Cuba, y Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana.
Pasaron casi nueve años, más de los que duró cualquier otro presidente boliviano de manera continua, y Evo Morales no sólo sigue gobernando el país sino que acaba de ganar una elección para otro quinquenio. A estas alturas, con los dos tercios prácticamente en el bolsillo, se multiplican las sospechas de que el MAS utilizará su arrolladora mayoría en el Legislativo para reformar la Constitución Política del Estado y conseguir una nueva reelección.
En su momento, el Presidente dijo que no volverá a candidatear pero, si de mantenerse en el poder se trata, el MAS ha demostrado que tiene una palabra tan poco confiable como mi memoria.
Los teóricos se esfuerzan por convencernos de que la política es el arte de gobernar a los pueblos cuando la verdad es que se reduce a una burda y mezquina búsqueda del poder. Cuando no está en el gobierno, el político busca llegar a él y, cuando lo alcanza, hace todo lo posible –y hasta lo imposible– para quedarse.
El MAS alcanzó el poder en 2006 y, a partir de entonces, empezó a trabajar para quedarse. Su modelo no era Trujillo, a quien sacaron del poder mediante el asesinato, sino Fidel Castro que, en ese momento, ya llevaba gobernando 47 años.
Muchos ingenuos siguen creyendo que Evo Morales tuvo suerte porque le tocó una coyuntura económica favorable. Creen que su gobierno durará lo que la bonanza y no toman en cuenta que hubo –y hay– muchos otros factores que lo apuntalan en el poder. Por una parte está la venganza histórica que siguen cobrándose las mayorías excluidas y, por otra, el proyecto político que se basó en ese resentimiento para ejecutarse.
Por ello, hoy repito una frase que no se ha desgastado en nueve años: Tenemos Evo para rato.
Eso sí… no durará 50 años porque Fidel Castro sólo aguantó 49.
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