Jueves, 23 de octubre de 2014
 

LA NOTICIA DE PERFIL

Evo contra el Ébola

Evo contra el Ébola

Paulovich.- Tenía que ser mi socia periodística quien me hizo saber primicialmente que el pasado lunes el Presidente Evo había ordenado a sus pilotos, agentes de seguridad, funcionarios del Ministerio de Salud, a su Tesorero Propio y a algunos yatiris viajar con carácter de urgencia a la bella ciudad de La Habana para contribuir con sus conocimientos y esfuerzos a detener la terrible epidemia del ébola que estalló en algunos países del África y que ya se propagó a algunas naciones de Europa y América.
Felicité a la cholita reportera por su diligencia y ella con su simpática sonrisa me dijo: “Este viaje de nuestra ‘nutrida’ delegación ya era previsible, mi jefecito, porque ya el Alba (Alianza Bolivariana de los Pueblos de América Latina) había convocado a reunión de urgencia en la casa de Fidel, ahora gobernada por su hermanito menor Raúl, donde se encontrarían los llamados ‘los íntimos de la victoria’, pero Evo no voló antes esperando los últimos escrutinios del Gran Chanchullo”.
El criterio de la inteligente cholita cochabambina es que los países del Alba son conscientes de su fragilidad ante la amenaza del ébola y los yatiris de Evo aconsejaron que lo mejor era proclamar que ofrecían a sus médicos y científicos para salvar al continente sudamericano de esa mortal pandemia nacida en países africanos subalimentados y subnutridos como algunos de América del Sur.
Como lo hizo casi siempre mi insobornable socia periodística, también ahora criticó la inauguración de los viajes de Evo en este nuevo periodo presidencial y expresándose como la cholita nacida en Quillacollo me manifestó a su aire: “Nuestro presidente Evo no ha podido aguantar su gusanera y nuevamente ha comenzado a viajar yéndose ahora a La Habana para charlar con sus ‘cuates’, lo cual es siempre de temer porque no todos le aconsejan bien pues me dan miedo los consejos del Presidente Maduro, a quien le falta mucho por madurar…”
Al escuchar las sinceras opiniones de mi comadrita, no puedo menos que reconocer que todas ellas son bastante sabias aunque algunas no gozan de una sabiduría erudita o ilustrada, aunque se hallen plenas de sapiencia popular; al reconocer su labor, agradezco a Dios por habérmela presentado el día que nos hizo parientes espirituales, lo cual me obliga a respetarla mucho, aunque a veces no pueda pagarle los préstamos en dinero que me hace y que muchas veces me perdona cuando la acompaño a bailar que es lo que más le gusta. Al concluir esta columna, les cuento que los próximos días estaré muy ocupado porque ayudaré a mi comadre a elaborar pancitos y otros productos propios de la fiesta que se aproxima.