EDITORIAL
Desafíos para la oposición
Desafíos para la oposición
Para su buen funcionamiento, la democracia, requiere de partidos sólidos cuya construcción no puede limitarse a los días previos a cada acto electoral
Las elecciones de octubre se han traducido en una muestra clara de que las organizaciones políticas de oposición tienen mucho trabajo por delante para constituirse en verdaderos protagonistas miembros del sistema de partidos y actores del sistema político boliviano.
Se trata de un desafío de fortalecimiento institucional que pasa por mucho más que asumir roles mediáticos de protesta y denuncia, pretender ocupar cargos públicos o participar en actos electorales.
El común denominador de la oposición, hasta ahora, ha sido la improvisación rápida de frentes electorales con el objetivo de enfrentar con la menor debilidad posible al partido de gobierno y teniendo como único referente de unidad la intención común de vencer a Evo Morales y su partido en las diferentes elecciones.
Ello ha conducido a un deterioro sistemático en el desempeño de sus bancadas parlamentarias, así como en la posibilidad de aglutinación de militantes y simpatizantes que pudieran constituirse en sus estructuras dirigenciales, territoriales y cuadros políticos, que les permitirían enfrentar en mejor forma no sólo las campañas electorales, sino también hacer uso efectivo de los mecanismos de vigilancia electoral que les brinda la democracia.
El cambio constante de nombres, símbolos y colores de los grupos de oposición, así como los recurrentes alejamientos, reciclamientos, traspasos y retornos de sus líderes políticos, no hace más que confundir a la ciudadanía, y es causa de su inexistencia como organizaciones permanentes que, en lugar de rediseñarse constantemente, pudieran invertir sus recursos y esfuerzos en consolidarse.
Un verdadero partido político debe ser capaz de inspirar a sus militantes y simpatizantes, causando que éstos, por un sentido de identificación con la organización, y por propia iniciativa, se vean impulsados a apoyar y hacer voluntariado cuando se requieren equipos para hacer proselitismo o vigilar el voto.
Para lograr esa inspiración, las organizaciones políticas deben acompañar toda crítica con propuestas alternativas y creativas que deben coincidir con la visión de país que han diseñado y pretenden alcanzar, así como con los principios que la sustentan, que deben ser el referente para toda acción y propuesta de sus integrantes.
De igual forma, colores, símbolos y otros elementos no deben ser tratados como simples accesorios que puedan ser desechados y reemplazados alegremente en cada evento electoral, sino que constituyen parte de la imagen y personalidad de las organizaciones políticas, que generan distinción e identidad frente al resto del sistema de partidos.
La democracia, para su buen funcionamiento, requiere de partidos sólidos cuya construcción no puede limitarse a las movilizaciones previas a los actos electorales, sino que es un trabajo continuo que requiere estar cerca de la gente y sus problemas, hacer el esfuerzo intelectual de imaginar el futuro y diseñar las políticas que aspiren a solucionar esos problemas y alcanzar ese futuro.
Será muy difícil augurar éxitos a la oposición si no trabaja en todo esto.
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