Martes, 4 de noviembre de 2014
 
Sobre ciertas perspectivas

Sobre ciertas perspectivas

Mario Rueda Peña.- Empieza a teñirse de malos presagios el espacio del petróleo en el mercado internacional. Actualmente baja la demanda del energético porque los países altamente desarrollados, a raíz de una aún no superada recesión económica, no consumen el crudo en los porcentajes de antes. El precio del hidrocarburo se contrae en proporción a la caída de la demanda. Pero, según un estudio de la AIE (Agencia Internacional de la Energía), creada en 1973 por los principales países consumidores de petróleo, a partir de 2015 se registrará un incremento de la demanda del energético, aunque en porcentajes sensiblemente leves.
Conviene destacar que reconocidos expertos en el mercado de los hidrocarburos anticipan igualmente que el precio del petróleo no caerá en picada. Afirman que el descenso será entre un 1,5 y 2%. O sea, que el costo del barril no se despeñará de los 100 o 95 dólares a los 50 o 40, cifras por cierto que operarían efectos catastróficos en la economía de países que mayormente viven de las exportaciones de hidrocarburos.
No faltan los analistas que dan por seguro un jaque mate a la emergencia por parte de los países productores de petróleo (particularmente los del Cercano Oriente). Aquel consiste en una medida que ellos la aplican a menudo en situaciones como la actual en el mercado del petróleo. Disminuyen temporalmente su producción de crudo a fin de que la oferta sea inferior a la demanda y los precios vuelvan a su nivel de antes. No hay signos aún de que lo hagan ahora, pero todo hace presumir que darán tal paso si los precios del petróleo caen a cifras inferiores a las calculadas.
Es obvio que leves descensos en el precio no perjudicarán mayormente a Bolivia. En caso de persistir la emergencia a partir de 2015, con pérdidas de no más de varias decenas de millones de dólares anuales, a lo único que el Gobierno estará obligado será a realizar ciertos ajustes en el cinturón fiscal del Estado. Tendrá que reducir al mínimo el gasto innecesario para evitarse negativas repercusiones en la macro y microeconomía.