Jueves, 6 de noviembre de 2014
 

EDITORIAL

¿Cambio de ciclo?

¿Cambio de ciclo?



La victoria republicana en Estados Unidos plantea un nuevo y más complejo escenario de relacionamiento, lo que se debería tomar muy en cuenta en la región

Las sucesivas elecciones que se están registrando en el planeta, la última de las cuales se ha realizado en Estados Unidos, dan muestras de que estamos ante un cambio de ciclo. Grosso modo, hay una pérdida del impulso de propuestas de cambio, frente a un crecimiento de corrientes que proponen optar, más bien, por la búsqueda de equilibrios de tinte conservador. Ayuda a ese proceso los circunstanciales desencantos de la ciudadanía, que posibilitan giros en algunos casos radicales, ha sucedido en Estados Unidos en sus elecciones para la renovación parcial de su Congreso.
El triunfo del Partido Republicano, que atraviesa una de las crisis más profundas de su historia a consecuencia de la demencial gestión de George Bush, no se explica por su actuación como por la percepción de la gente sobre el gobierno demócrata. De acuerdo a muchos analistas la derrota del Partido Demócrata se debe a tres factores principales: una visión negativa de su política exterior, pese a que su mérito sustancial en los estándares internacionales es aceptar que Estados Unidos es el país más poderoso del planeta, pero que cualquier decisión suya no puede ser más asumida en forma unilateral. La lenta recuperación de la crisis económica a la que condujo a su país la gestión republicana, pero que los demócratas tuvieron que administrar. Y la timidez con la que la administración Obama ha ejecutado sus principales propuestas de reforma política.
A ello habrá que agregar una implacable e inescrupulosa oposición del Partido Republicano que, empero, tuvo que deslizarse hacia la centroderecha luego de un inicial predominio de corrientes ultrarradicales como el autodenominado “Tea Party Movement” para recuperar electorado.
En cuanto a las consecuencias de esta derrota demócrata, es posible prever que internamente los republicanos intentarán inmovilizar la acción presidencial sin importarles los costos que ello implica. Esta intransigencia también se observará en el plano de la política internacional y la mayoría republicana congresal presionará por un retorno al “ejercicio duro del poder”. Es decir, es posible suponer que recuperarán fuerza las corrientes guerreristas que, en estos cruciales momentos, pueden ser devastadoras para la paz mundial y la pacífica convivencia de los pueblos.
En cuanto a la región, los republicanos ya han advertido que serán intransigentes en exigir al Ejecutivo la aplicación de sanciones duras a los regímenes de Cuba y Venezuela, cuya situación ya está de por sí agravada por la caída del precio del petróleo, recurso natural que ha permitido la expansión del denominado “socialismo del Siglo XXI”.
En lo que se refiere al país, los entendidos sostienen que un Congreso en manos republicanas será menos reacio a adoptar una posición de indiferencia o condescendencia política como parecería ser la que ahora predomina, y que será más sensible a los ataques que reciban de parte de nuestras autoridades de gobierno.
En definitiva, la victoria electoral republicana en Estados Unidos plantea un nuevo y más complejo escenario de relacionamiento, aspecto que se debería tomar muy en cuenta en la región.