Jueves, 6 de noviembre de 2014
 

BUSCANDO LA VERDAD

Cien columnas… ¡mil satisfacciones!

Cien columnas… ¡mil satisfacciones!

Gary Antonio Rodríguez Álvarez .- Esta columna que Ud. lee, hoy resulta especial para mí. Se trata de la centésima entrega dentro del ciclo iniciado a fines del año 2012 en este prestigioso medio de comunicación, motivo por el cual doy gracias a Dios por la posibilidad de poder difundir libremente mis pensamientos.
Nunca pensé escribir tanto y sobre tantas cosas, algo que se ha convertido ya en una delicia para mí y –si bien adolezco de la infalibilidad de quienes critican a los columnistas– sabiendo que jamás dejaré de aprender y que siempre podré mejorar, estoy abierto a escuchar, siempre.
Debo decir también que ser columnista –“opinador” para alguien; “librepensante” para otros; “analista” para los más; y para mis amigos, alguien que se expone a escribir porque ama y está dispuesto a luchar por mejores días para Bolivia, no es algo que estuviera en mi plan de vida. Sin embargo, Dios quiso que sea así y –obediente como soy– luego de esta hermosa experiencia vivida debo confesar también que como en muchas otras cosas que hago, he incorporado a mis escritos: la verdad del respaldo documental; la pasión de quien cree en sus ideas; y, cada vez que pude, el amor, dando esperanza a la gente de que toda mala situación puede cambiar.
Escribir siempre entraña un riesgo, pues a diferencia de lo que pueda decirse verbalmente, “lo escrito, escrito está” y hay que afrontar la crítica que no siempre es constructiva. Agradezco a Dios que no es éste el caso para conmigo, seguramente porque antes de volcar mis pensamientos en palabras oro por inspiración divina. De ahí que todo lo bueno que he hecho, que hago y que haré, es por la pura gracia de Dios… ¡las chambonadas son mías!
Cien columnas pueden parecer poco para quienes las han leído, pero no para quien las ha escrito, pues detrás de ello hay muchas cosas: la oportunidad de poder hacerlo; la responsabilidad de cumplir en fondo y forma (¡2.500 caracteres, ni uno más ni uno menos!); el no defraudar a quienes confían en uno, esto es, no ensoberbecerse en la propia opinión; y, el buscar siempre el bien mayor, planteando para ello principios y valores éticos y morales –cuando no– enseñanzas cristianas, sembrando semillas que, estoy seguro, un día germinarán.
Cada vez que me siento a escribir, con tantos temas posibles, lo más difícil es elegir uno de ellos. Pero hoy fue fácil: agradezco al Ing. Juan Carlos Rivero Jordán por darme la posibilidad de esta especial entrega.
Concluyo agradeciendo a Dios por permitirme mostrar de su amor y poder, en cada escrito mío.