EDITORIAL
Un paso más
Un paso más
En la medida en que más allá de toda especulación este tema es clave, gran parte de nuestra política internacional debe estar sometida a éste
Ayer, viernes, el Estado boliviano, a través de su agente ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el ex presidente Eduardo Rodríguez Veltzé, ha presentado su alegato en contra de la demanda chilena para que ese alto tribunal se declare incompetente en el proceso incoado por el país para obligar a que Chile dialogue de buena fe con el país sobre nuestra demanda marítima.
Con la seriedad que caracteriza a los directos responsables de esta tarea, han explicado que “Bolivia, convencida de que la paz, la amistad, la buena vecindad y la complementariedad deben primar entre las naciones, hace conocer con dignidad, humildad y espíritu integracionista, su decisión a toda la comunidad internacional a fin de que acompañen esta demanda que, en derecho y en justicia, busca restablecer los derechos de un país, injustamente enclaustrado y privado por más de cien años de la cualidad marítima con la que nació”. Además, reiteran que la “demanda boliviana solicita a la Corte Internacional de Justicia que falle y declare que Chile tiene la obligación de negociar de buena fe con Bolivia un acuerdo pronto y efectivo que le dé, que le otorgue, una salida plenamente soberana al Océano Pacífico”, y aclaran que “esta solicitud no se basa en el Tratado de 1904?, como mañosamente quieren hacer creer en la cancillería del vecino país.
Cabe anotar, además, que este nuevo alegato no va al fondo del tema, pues Chile, en legítimo uso de los procedimientos establecidos, presentó el recurso que ahora Bolivia objeta, planteando “objeciones preliminares ante la CIJ impugnando su competencia para tratar la demanda boliviana. De acuerdo a las previsiones, habrá que esperar hasta mediados del próximo año para conocer la decisión final de la CIJ. Si reconoce su incompetencia, el proceso planteado por Bolivia se archiva, pero si mantiene la jurisdicción, el proceso continúa, sin que, de acuerdo a los entendidos, haya más espacio a dilaciones.
Se trata, en consecuencia, de un proceso que será largo y que exige, por tanto, un redoblado esfuerzo para no caer en la tentación de aprovechar el tema en función a intereses sectarios o personales. Hasta ahora, cabe resaltar que esta palmítica ha sido respetada –salvo contadas y aisladas excepciones en el campo del oficialismo y de alguna oposición—y hay un implícito reconocimiento de que así se debe mantener.
Sin embargo, en los últimos días, esta vez más al parecer por “celos internos” y en el nuevo proceso de definir candidaturas y puestos en el aparato estatal, algunas autoridades se han referido al tema sin necesidad alguna, creando susceptibilidades que sólo el Presidente del Estado puede controlar.
Por otro lado, en la medida en que más allá de toda especulación este tema es clave, gran parte de nuestra política internacional debe estar sometida a éste. Por ello, bien se haría en dejar de lado agresiones innecesarias a gobiernos o políticas externas y, más bien, con dignidad y claro sentido de soberanía intentar cosechar amistades.
Hay que insistir. Se trata de un largo proceso que exige una actitud de estado.
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