EDITORIAL
Dos hechos relevantes
Dos hechos relevantes
La actual diplomacia chilena, ante la falta de argumentos objetivos, recurre a una campaña de desorientación que poco bien hace incluso a sus propios públicos internos
Se han publicado dos comentarios importantes para el buen desarrollo de la estrategia adoptada por el Gobierno para recuperar una salida soberana al océano Pacífico que, además, permiten comprobar que hay mucha mala fe en los actuales conductores de la política exterior de Chile.
El primero, una carta aclaratoria del ex presidente de Chile Eduardo Frei Ruiz-Tagle dirigida al periódico paceño La Razón, en la que hace referencia a la relación de su país con Bolivia. El segundo, las declaraciones del Canciller de Perú precisando los alcances de la demanda que Bolivia ha presentado en contra de Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
El ex presidente Frei explica que muchas negociaciones (entre Bolivia y Chile) terminaron en fracaso no por culpa de su país sino, en algunas oportunidades, porque Perú, que debe emitir opinión sobre el tema conforme el Tratado de 1929, “se interpuso”; en otras por la “dinámica de las políticas internas de los países involucrados”, y que durante su gestión concurrió a varias reuniones con sede en Bolivia “con agenda abierta y sin exclusiones, avanzamos confiados en la solución de diversos temas de interés común”. Lamentablemente a continuación sigue el libreto de su Cancillería sobre el acceso del país al Pacífico en cumplimiento del Tratado de 1904 y la demanda interpuesta por Bolivia que califica como “acción peregrina”. Además, critica que se haya abierto “una campaña sin precedentes en nuestra región de diatribas, declaraciones e inexactitudes completamente alejadas de la realidad y contrarias al sano espíritu que debe guiar las relaciones entre dos países limítrofes, llamados por la historia y la geografía a construir un futuro común (...)”, desconociendo que, en realidad, es Chile la que impulsa interna e internacionalmente esa campaña.
Finaliza la carta sosteniendo que sólo “un diálogo constructivo y permanente” permitirá encontrar “soluciones realistas y mutuamente consentidas”, afirmación que da cuenta de la confusión que ha provocado la actitud de las autoridades chilenas (que cuentan, lamentablemente, con la ayuda de declaraciones improvisadas que hacen algunas autoridades nacionales) que incluso han ofuscado a un ex mandatario, que termina la carta que se comenta con el pedido que hace Bolivia en su demanda ante la CIJ.
En cuanto a la declaración del Canciller peruano, ésta confirma el objeto de la demanda boliviana, simple hecho que descubre, desde otro enfoque, las falaces interpretaciones de las autoridades chilenas. Además, esta declaración muestra que cuando en Bolivia el tema es tratado con la debida ponderación, como lo ha debido hacer el embajador del país ante Perú, las ideas se aclaran y pueden revertirse algunas erradas posiciones de funcionarios e intelectuales de ese país que poco quieren a Bolivia.
Estas declaraciones, en resumen, muestran que la actual diplomacia chilena, ante la falta de argumentos objetivos, recurre a una campaña de desorientación que poco bien hace incluso a sus propios públicos internos. Asimismo, que mientras más profesionalismo exhiba el país en este tema –lo que significa sofocar los deseos de figuración de algunas autoridades que no debieran pronunciarse sobre el tema–, las probabilidades de éxito de nuestra demanda aumentan.
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