EDITORIAL
Bolivia y la “paradoja de la abundancia”
Bolivia y la “paradoja de la abundancia”
Nuestro país es por muchas razones uno de los más claros ejemplos de lo que significa la paradoja que tanto preocupa al Papa Francisco
Un fuerte impacto ha tenido el discurso pronunciado por el Papa Francisco en la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición que tuvo lugar en la sede de la FAO en Roma durante la pasada semana, en el que hizo muy severas críticas a la manera como están siendo administrados los recursos alimenticios del planeta.
"Hay comida para todos, pero no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos”, dijo en la parte central de su discurso, al sintetizar lo que denominó "la paradoja de la abundancia”.
Al ensayar una explicación sobre las causas de esa paradoja, Francisco dijo que "Duele constatar que la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la "prioridad del mercado” y por la "preeminencia de la ganancia”, que han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a especulación, incluso financiera”. Para rematar, afirmó que son inaceptables las presiones políticas o económicas sobre la disponibilidad de los alimentos.
Cabe recordar al respecto que uno de los más conocidos ejemplos de los lineamientos básicos de las políticas alimentarias que fueron merecedores de tan duras palabras papales es el informe titulado “La próxima despensa global: Cómo América Latina puede alimentar al mundo” presentado en mayo pasado por Harverst Initiative (GHI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el que prevén para los próximos años un incremento exponencial de la demanda mundial de alimentos lo que ocasionará una constante alza de los precios de los productos alimenticios, por lo que recomiendan que los sistemas de producción alimentaria estén “orientados a los mercados”. Es decir, que se produzca para satisfacer la demanda de quienes más pueden pagar, lo que, por razones obvias perjudicaría a quienes no lo pueden hacer.
Bolivia, como en muchos otros temas, aparece en ese escenario como uno de los más claros ejemplos de lo que esa paradoja significa. Así, a medida que la política alimentaria gubernamental se orienta hacia el mercado es objeto de los cada vez más elogiosos comentarios de los principales organismos internacionales como la FAO, el BID, el Banco Mundial o el FMI, pero también blanco de las más severas críticas por quienes, coincidiendo con la mirada del Papa Francisco, consideran que se deben privilegiar otros criterios menos inspirados en el pragmatismo económico.
No es fácil el dilema, pues tan claros como los riesgos que trae una opción, son los inconvenientes de la contraria. Países que han dado la espalda al mercado sólo han logrado multiplicar la escasez, lo que indica que no es fácil hallar el punto de equilibrio.
La aceptación de cultivos transgénicos, la ampliación de la frontera agrícola para satisfacer la demanda asiática a costa de los bosques amazónicos, o la producción de leche barata para mejorar la competitividad de nuestra oferta exportadora, por citar un ejemplo actual, son solo algunas muestras de la manera como en nuestro país se plantea el dilema alimenticio. Un amplio debate en busca de la fórmula más adecuada para conciliar las diferentes visiones e intereses es pues, de máxima necesidad.
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