EDITORIAL
Israel ante la tentación oscurantista
Israel ante la tentación oscurantista
Será crucial la confrontación de fuerzas políticas, ideológicas y religiosas que tendrá lugar en Israel durante las próximas semanas
Como si los muchísimos motivos de tensión en todo el Medio Oriente no fueran ya más que suficientes para mantener en vilo a toda la humanidad, y como si el daño que los fanatismos religiosos no fuera ya demasiado, Israel está a punto de sumarse a las fuerzas que promueven un retorno hacia las páginas más oscuras de la historia de la humanidad. Los sectores más conservadores y enceguecidos por la ortodoxia religiosa del judaísmo se han propuesto convertir al Estado de Israel en una especie de teocracia, despojarlo de los pilares sobre los que se sostiene cualquier estado moderno y dar carácter oficial a ominosas prácticas como la segregación racial, religiosa, étnica y cultural.
La existencia en Israel de grupos inspirados en las más dogmáticas interpretaciones del texto bíblico, en lo religioso y en el más recalcitrante desprecio a los demás pueblos de la Tierra en lo cultural no es algo nuevo, pero desde 1948 solían ser una corriente muy marginal, sin mayor poder de decisión en la vida política israelí.
Algo ha cambiado desde entonces, pues ha sido nada menos que el Consejo de Ministros del Gobierno que preside Benjamín Netanyahu el que ha presentado un proyecto de ley para definir a Israel como “estado-nación judío”, lo que equivale a condenar a una especie de gueto al 25 por ciento de la población no judía de Israel.
Como es fácil suponer, tan gran salto atrás no podría realizarse sin causar muy vigorosas reacciones adversas. Y como no podía ser de otro modo, ha sido desde el seno mismo de Israel que han surgido las primeras expresiones de protesta y se han sentado las bases de una tenaz oposición.
Ha sido, felizmente, el pleno Consejo de Ministros donde ha comenzado a articularse la oposición encabezada por la ministra de Justicia, Tzipi Livni, y de inmediato ha comenzado a organizarse la resistencia en la Knesset (Parlamento israelí). “Es un proyecto radical que lleva a la teocracia. Eso no va a ocurrir” ha dicho Livni con la esperanza de que, cuando llegue el momento de la votación, los sectores radicales queden en minoría.
A favor de esa posibilidad juega también la firme oposición del fiscal general de Israel, quien se ha negado a avalar el proyecto de Ley por considerar que es incompatible con textos básicos como la Declaración de Independencia, documento que en Israel hace las veces de Constitución. “Es un ataque a la naturaleza democrática de Israel”, ha dicho, por lo que no sería posible que la acepte el Tribunal Supremo del Estado de Israel.
Fuera del escenario político, las más importantes instituciones de la sociedad civil también están dispuestas a actuar. Es el caso de la Asociación por los Derechos Civiles de Israel, que considera que ese proyecto de ley violaría derechos básicos de las personas y podría llevar a que se ubique físicamente a la gente en función de su credo o su nacionalidad.
Será crucial la confrontación de fuerzas políticas, ideológicas y religiosas que tendrá lugar en Israel durante las próximas semanas. Del desenlace depende que Israel contribuya a la preservación de los pilares de la civilización moderna o que las fuerzas retrógradas sumen nuevos triunfos en su afán de conducirnos hacia el peor de los oscurantismos.
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