Jueves, 27 de noviembre de 2014
 

DESDE LA TIERRA

Hospital del Niño

Hospital del Niño

Lupe Cajías.- No deja de ser un resultado perverso la detención de personal del Hospital del Niño de La Paz, como parte de las secuelas del caso “Alexander”, dentro de un dramático contexto, en el cual justamente ese nosocomio es el único de tercer nivel para atender a los pequeños de todo el país.
Regularmente visito ese lugar como madre de familia que escucha campañas sobre tantos casos de bebés quemados, accidentados o enfermos que llegan de Potosí, o de Caranavi o de Sica Sica, o desde las minas. A veces encuentro otras mujeres voluntarias, a veces –como en septiembre– coincido con un joven barbón y mal trajeado que da sus últimos pesos para aliviar el dolor de alguna familia. La solidaridad no escasea en nuestra sociedad.
El sistema dentro de ese centro de salud impide entregar dinero de forma directa a ningún doctor o enfermera. Uno debe dar su aporte en la caja central y ¡recibe factura! y sólo debe avisar a qué enfermo quiere colaborar. También se puede ayudar con medicamentos que necesita urgente algún familiar y éste igualmente se descarga con facturas. En casos extremos se aporta para algún pasaje porque muchas mamás que llegan con la guagua doliente, dejaron lejos a otros hijos. Cada día es un drama.
El gobierno central difunde con mucho énfasis la bonanza económica que goza el país. Bonanza que no llegó a los hospitales y menos a los centros infantiles, aunque ya hay ejemplos exitosos como las guarderías y albergues del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, que también se pueden visitar y contrastar con las historias tristes de los hogares departamentales.
No se estrenaron hospitales especializados en la infancia ni en Cobija –con todo su esplendor– o en los centros mineros de las ricas cooperativas o en Yacuiba y menos en el TIPNIS.
Es inexplicable la ausencia de una política revolucionaria en la salud pública, como logró la Revolución Nacionalista en 1952 o la Unidad Democrática en 1982 bajo las iniciativas de Javier Torres Goitia, nonagenario nuevamente reconocido a nivel internacional, pero no convocado por el gobierno del Cambio.
El mayor logro de la Revolución Cubana es la atención prioritaria a los niños, los “pioneritos”, en educación y en salud, aún en el periodo especial. Ese gobierno apoyó con la sala Ismaelito (en homenaje a José Martí) de terapia intensiva en el Hospital del Niño. ¿Por qué no replicar decenas de esas salas (y sus ambulancias adecuadas) en cada rincón del país? ¿De qué valen motocicletas de lujo para una Cumbre pasajera si se descuida a los más indefensos?
No es casual el silencio del Ministro de Salud en todo este lamentable mes.