EDITORIAL
Bolivia y el operativo “Lava Jato”
Bolivia y el operativo “Lava Jato”
La relación entre nuestro país y las redes brasileñas de corrupción no es nueva, pero la magnitud del escándalo ahora obliga a darles la debida importancia
Un intenso sacudón, que es comparado con un terremoto político y económico, ha provocado en Brasil el operativo “Lava Jato”, que poco a poco va desvelando la magnitud de una red de corrupción tejida entre miembros de la élite política y empresarial de ese país.
El sector hidrocarburífero, alrededor de Petrobras y el de la construcción, representado por las empresas Odebrecht, Camargo Correa, Mendes Junior, OAS y Queiroz Galvao aparecen en el centro del escándalo y a medida que avanzan las investigaciones crece el estupor con que en Brasil y en el mundo entero se observa los extremos a los que habría llegado la corrupción en Brasil durante los últimos años.
Bolivia ocupa un lugar principal en el entramado que está siendo puesto al descubierto. Y no sólo por lo estrechos que son los vínculos entre el sector hidrocarburífero de nuestro país y el brasileño, representado por Petrobras, sino también porque las empresas constructoras que están siendo investigadas son las mismas que desde hace ya más de una década son objeto de reiteradas denuncias en nuestro país por motivos idénticos a los que están saliendo en Brasil a la luz pública.
En efecto, cuando desde Bolivia se conocen los detalles sobre las investigaciones de las que están siendo objeto las principales empresas constructoras brasileñas, no se puede dejar de recordar la manera sistemática y perseverante cómo el Ing. José María Bakovic dedicó los últimos doce años de su vida –desde septiembre de 2001, cuando asumió la presidencia del por entonces Servicio Nacional de Caminos– a denunciar uno tras otro cuanto negociado se hizo y se pretendía hacer en nombre de la vertebración caminera de nuestro país.
Ninguna de las denuncias de Bakovic fue debidamente atendida. Lo que se explica en gran medida porque el ex presidente del SNC demostró que las redes de corrupción tejidas entre las empresas constructoras brasileñas y quienes tenían en sus manos el control de las principales obras públicas de nuestro país y en especial los caminos, se remontaban incluso a gobiernos anteriores al encabezado por el MAS desde agosto del 2006. “Andrade Gutiérrez fue al MNR lo que la Queiroz Galvão fue al MIR, y la OAS es al MAS”, solía decir Bakovic, al recordar que todos los gobiernos, incluido el que lo promovió a la presidencia del SNC, estuvieron involucrados en la red denunciada.
Hace algo más de un año, el 15 de octubre de 2013, al día siguiente del fallecimiento de José María Bakovic como directa consecuencia del tormento judicial al que fue sometido, decíamos en este espacio, en un editorial titulado “Bakovic y la memoria colectiva”, que su culpa fue haber puesto “en serios aprietos a las principales empresas constructoras brasileñas (Andrade Gutierrez, Queiróz Galvão y OAS), y tras ellas a prominentes exponentes de las redes de corrupción gestadas también alrededor de las obras públicas y su financiamiento”. Y expresábamos, además, nuestra esperanza de que “en un futuro no lejano la historia haga justicia a su memoria”.
Ahora, cuando son las instancias judiciales brasileñas las encargadas de hacer frente a esas redes de corrupción, sólo queda esperar que el ejemplo sirva para que en nuestro país se siga por el mismo camino. Y que no tengan que ser factores externos los que intervengan para hacer justicia.
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