Viernes, 5 de diciembre de 2014
 

BARLAMENTOS

Holanda y el dilema cultural

Holanda y el dilema cultural

Winston Estremadoiro.- Esa nueva forma de totalitarismo intolerante, criminal e imperialista que es el fundamentalismo isl�mico, propici� una ola de aprobaci�n que alguno titul� con la frase �go Dutch�, pero en el sentido de que otros sigan el ejemplo de los Pa�ses Bajos. En efecto, en una laboriosa Holanda donde 6 por ciento de su poblaci�n es ahora musulmana, el Gobierno abandona su modelo de multiculturalismo. �Por qu�?, bueno, la afluencia islamita est� creando una sociedad paralela dentro de la naci�n.
No van m�s las burkas, que no s� si son versi�n cor�nica del velo cristiano que cubr�a la testa de beatas asistiendo a misa de las siete de la ma�ana, o expresi�n femenina del turbante que complementaba la barba tupida de beduinos cruzando asoleados desiertos. Los inmigrantes tendr�n que aprender holand�s y respetar leyes y practicar rasgos de la cultura neerlandesa. No m�s subsidios a inmigrantes musulmanes, porque de acuerdo al Ministro del Interior holand�s, �integrarlos no es tarea del Gobierno�. Tampoco bodas forzadas, como la de centenas de palestinos con ni�as pintajarreadas de novias adultas; habr�n medidas duras para quienes reducen su chance de encontrar empleo al insistir en vestimentas �tnicas.
Aplauden sectores de Australia, Canad�, EE.UU, Nueva Zelanda y el Reino Unido, mientras se lamentan ciertos pa�ses europeos que desoyeron clamores de clarividentes como Oriana Falacci, italiana que hace d�cadas advert�a de la islamizaci�n de Europa, que ella tildaba de Eurabia.
No llego al extremo de sugerir cambios en la indumentaria ind�gena de Bolivia, aunque a veces me incomode la chola de abundantes carnes y varias faldas, que me deja con una nalga al aire al sentarme a su lado en el micro. Eso s�, redoblo mi tambor de que la mayor�a de los atuendos ind�genas son expresi�n de un variopinto pa�s mestizo donde la mayor�a tiene un tipoy o una pollera en la cacha de la abuelita.
Sin embargo, se cometen atropellos y desaciertos en nombre de un pa�s que antes del �gobierno del cambio� ya predicaba su interculturalidad. El tema se vuelve peliagudo cuando en nombre de la multiculturalidad se cambia el nombre del pa�s a �Estado Plurinacional�, y en una Constituci�n embutida en cuarteles se declaran idiomas oficiales a 36 lenguas ind�genas y fuerzan el aprendizaje de por lo menos uno �originario�. De entrada estoy jodido; nac� en Riberalta de padre cruce�o y madre beniana, estudi� en universidades de EE.UU. y resido en Cochabamba hace m�s a�os de los que quisiera aparentar: �debo a�adir a mi poliglotismo el �tacana� o el �esse ejja�? Segundo, despu�s de disertar sobre el parentesco del �colepeji� y la �quinzasara�a� a un amigo cult�simo, me pregunt� si el moje�o-trinitario y el moje�o-ignaciano, ambos idiomas oficiales, son diferentes o solo formas regionales de expresi�n de la misma lengua. Como el quechua de Ayacucho, Per�, y el �runa simi� de Arani, Bolivia.
Mi amigo contaba de la selecci�n de libros para la Biblioteca del Bicentenario, encomiable iniciativa, donde el centralismo pace�o se manifiesta en el sesgo a favor de escritores de Chuquiago, o arrimados a la sede de gobierno, en desmedro de los del llamado �interior�. Ya corcoveo ante la ignorancia, o desprecio, de las tierras bajas de Bolivia, que se observa en el encasillamiento de su identidad cultural y de sus ra�ces ind�genas, cuando ponen el guaran� como idioma ancestral de todos los cambas.
Al centralismo pace�o se a�ade el aimara-centrismo, que tambi�n durante la llamada �revoluci�n nacional� de 1952 fue propuesto como estandarte de nuestra identidad como naci�n. Yo, camba amaz�nico que soy, no quiero ser �originario� salvo de mi patria Bolivia. Seguir� enarbolando el pend�n intercultural en contra de cualquier hegemonismo dentro de la unidad en la diversidad, que es lo que hace distinto al pa�s.
Me importa un bledo si el Nuevo Mundo fue descubierto por Col�n, los vikingos o los musulmanes. Y creo que ser�a rid�culo si en La Paz reemplazan la estatua de Isabel la Cat�lica por la de la �pata-pollera�, al igual que en Buenos Aires me caus� sorna el reemplazo de la estatua del navegante genov�s, homenaje que rindieran los inmigrantes a la Argentina.