EDITORIAL
Debate sobre los cultivos transgénicos
Debate sobre los cultivos transgénicos
Eludir el debate puede ser muy cómodo, pero no conviene que decisiones tan importantes sean tomadas a espaldas de la sociedad
Como es fácil constatar si se observa con atención la agenda pública internacional, uno de los temas más controversiales de nuestro tiempo es el relativo a la conveniencia o no de intensificar el uso de Organismos Genéticamente Modificados (OMG), comúnmente conocidos como transgénicos, para mejorar la productividad del sector alimenticio a escala planetaria.
Ejemplos de lo intensa que tiende a ser la controversia los tenemos con frecuencia, sea a través de las cada vez más frecuentes y agresivas manifestaciones de protesta que en muchos países de los cinco continentes se realizan contra los cultivos transgénicos o de los debates que se desarrollan en los más importantes centros científicos y académicos del mundo
Es el caso del Congreso Internacional Biotecnología Habana 2014, que bajo el lema "Agro-Biotecnología por la sostenibilidad agropecuaria", durante los últimos días reunió en la capital cubana a expertos de 34 países y de organismos internacionales.
El hecho de que Cuba haya sido la sede de este congreso no es un pequeño detalle, pues es uno de los países que más ha avanzado en las investigaciones biotecnológicas y los éxitos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana en el campo de la ingeniería genética aplicada a la producción de alimentos son ampliamente reconocidos. Así lo confirmó el premio nobel de Medicina Richard J. Roberts, quien el pasado lunes tuvo a su cargo la inauguración del congreso. En la parte central de su discurso, Roberts acusó "a los intereses políticos de algunos partidos, sobre todo ecologistas, de "satanizar" los alimentos transgénicos, cuando no existen evidencias científicas sobre sus prejuicios para la salud y son una solución para combatir el hambre en el mundo". "No hay ni una sola escuela científica en el mundo que encuentre peligrosos para la salud los OGM", dijo.
Tales palabras, sumadas a los esfuerzos que hace el gobierno cubano para conseguir el reconocimiento de sus logros en el campo de la biotecnología, ponen en serias dificultades a quienes desde posiciones radicales en ambos extremos del espectro político pretenden anteponer los prejuicios ideológicos a los argumentos científicos cuando de debatir sobre tan importante asunto se trata.
Nuestro país, por razones obvias, no puede ni debe estar ausente del debate. Cabe recordar al respecto que hubo un momento en que el Gobierno boliviano asumió un papel de vanguardia en la campaña por la prohibición total del uso de semillas transgénicas y llegó a anunciar que Bolivia sería el primer país en declararse "territorio libre de transgénicos". A tal decisión se le dio nada menos que rango constitucional.
Es verdad que mucho ha cambiado desde entonces, como que Bolivia es uno de los países que con más entusiasmo está adoptando el uso de semillas transgénicas en sus cultivos agroindustriales, aunque lo hace prescindiendo de cualquier norma regulatoria. Ello puede ser muy cómodo para evitar engorrosas polémicas, pero es a la larga muy peligroso porque decisiones tan importantes no deben ser tomadas a espaldas de la sociedad.
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