LA NOTICIA DE PERFIL
La ciudad maravilla
La ciudad maravilla
Paulovich.- Entre las noticias que acapararon los titulares de los periódicos locales, está la designación de La Paz como “ciudad maravillosa”, anunciada por una entidad extranjera desconocida para los “chukutas” paceños y también por el resto del país.
Mi periodista asociada me la hizo conocer sin entusiasmo alguno, no porque ella hubiera nacido en Quillacollo (Cochabamba), sino porque tal designación nos sorprendió sobre todo a quienes habíamos tenido la suerte de conocer Londres, o París, o Río de Janeiro, o San Francisco de California, o Estambul, ciudades que no figuraron en esa honrosa pugna.
Pronto me di cuenta de que tal designación para la ciudad de La Paz le cayó como un tiro a la cholita cochabambina porque para ella no hay ciudad más bella que Cochabamba, con su nevado Tunari que la protege, el Rocha River que le acaricia los pies, y en el fondo tropical (allá en el Chapare), miles de hectáreas sembradas de la sagrada planta de la coca, que es transformada por hombres laboriosos en cocaína, que es el principal sostén de nuestra momentánea prosperidad.
Pacientemente, escuché estos elogios a Cochabamba por parte de mi comadritay y pude hacerle entender que yo y mis amigos nada tuvimos que ver con esa honrosa designación de “ciudad maravilla” a la ciudad de La Paz, y que si ella no creía en la veracidad de mis palabras, saliéramos juntos a las calles para comprobar que no somos los paceños los que trabajamos esa designación que nos enorgullece, sino que tal título es sólo obra de un buen Alcalde hábilmente conectado con entidades extranjeras hábiles, profesionales de la publicidad y las relaciones públicas.
La cholita periodista agradeció mi invitación para convencernos personalmente de que la ciudad de La Paz no es ninguna “ciudad maravilla”, sino una hermosa ciudad edificada en una hoya andina y protegida por una montaña nevada maravillosa de tres cabezas simétricas que le otorgan belleza y simetría perfectas.
Ella montó en mi potente motocicleta Harley Davidson y amarrándome a su cintura corrimos en pos de la “ciudad maravilla”.
La ciudad distinguida mundialmente estaba bloqueada en sus principales arterias y no pudimos circular por ella porque diferentes “movimientos sociales” apremiaban a las autoridades del Gobierno central porque la “ciudad maravilla” carecía de autoridades locales. Fuimos desplazados a otro sector y una multitud de cholitas exigía a las autoridades autorización para vender sentadas sobre el suelo y no en un mercado recién construido.
Para retornar quisimos ingresar a la Plaza Murillo, pero la circulación de vehículos estaba prohibida.
Así “nomás es” la ciudad maravilla y, una vez más, comprobé que mi periodista asociada tuvo razón para no alegrarse cuando muchos ciudadanos lugareños se ufanaban de un título tan honroso para la ciudad de La Paz.
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