Jueves, 11 de diciembre de 2014
 

SIN FRONTERAS

A cuarenta grados

A cuarenta grados

Weimar Arandia.- Lima, la capital de Perú, es en estos días el centro de atención mundial con la XX Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP 20). Durante los días del evento, en un gran número de países del mundo, la reflexión sobre el estado ambiental del planeta se visibiliza a través de los medios de comunicación.
Por ejemplo, en un prestigioso diario español, una publicación alerta sobre las altas temperaturas en 2050, si continúa el ritmo actual del cambio climático a escala planetaria. La estimación está basada en modelos científicos que calculan la temperatura en territorio español dentro de 36 años. La predicción es sorprendente: un 95 ciento de la geografía española tendrá máximas en el verano que van desde 45 hasta 50 grados centígrados.
Con ese rango de incremento de la temperatura, en 2050 la máxima en Sucre podría rondar los 40 grados durante los meses de mayor calor, como suelen ser los últimos de la primavera y los primeros del verano. Regiones tradicionalmente calurosas en la actualidad, como valles secos a menos de 1.000 metros sobre el nivel del mar, podrían rondar los 50 grados centígrados en el año 2050.
Sin duda que este candente escenario tendría una consecuencia directa sobre la disponibilidad de agua tanto para el consumo humano como para uso agropecuario. Con este desalentador panorama, uno se pregunta sobre el destino de las jóvenes generaciones que, muy probablemente, tengan que luchar incluso por el acceso al agua potable.
Los científicos aseguran que el punto de no retorno para que los cambios en el clima sean irreversibles está muy próximo. Ante esta situación, los líderes mundiales de las principales potencias económicas y tecnológicas trabajan por acuerdos urgentes, que hasta ahora son simples enunciados de buenas intenciones. La emisión de gases contaminantes de la atmósfera no amaina y los peligros de la distorsión climática son hechos cotidianos para gran parte de la población mundial.
Pese a esta seria preocupación por el cambio climático que se expresa en foros internacionales y noticieros de todo el mundo, la gran mayoría de la población parece indiferente ante la problemática porque existe la idea errónea de que la solución a este problema es asunto de gobernantes y líderes mundiales.
Cada habitante del planeta contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono. Cuando alguien come un pedazo de bife está contribuyendo a una cadena productiva que tiene un importante impacto ambiental, que puede comenzar con la deforestación de bosques para ampliar zonas de pastoreo y puede concluir con el transporte de cientos de kilómetros de la carne para su comercialización.
Cuando una persona compra un vehículo cero kilómetros está dinamizando a una industria que tiene un impacto enorme en la atmósfera, no solamente por el fundido de los metales y minerales sino por el consumo de carburantes fósiles que tienen una alta emisión de gases de efecto invernadero.
Hay sin duda una infinidad de ejemplos de cómo el consumo de una sola persona, sumado al de millones alrededor del mundo, puede contribuir al cambio climático. Estos ejemplos nos muestran hasta qué punto cada uno es responsable del cambio climático y nos plantea la cuestión de qué se podría hacer para evitar que los cuarenta grados sean la temperatura más popular en 2050.