EDITORIAL
EEUU en la agenda gubernamental
EEUU en la agenda gubernamental
Es de esperar que no salgan al paso las corrientes autoritarias y sectarias que a lo largo de estos años han obstaculizado la política internacional
Después de un largo silencio, que era roto en forma esporádica dando la impresión de una paulatina pérdida de influencia en el gobierno nacional, el Ministro de Relaciones Exteriores ha salido a la palestra para anunciar que se está tramitando una cumbre entre los Presidentes de Bolivia y Estados Unidos que inaugure una nueva etapa de esta compleja y difícil relación bilateral.
Si se correlaciona esta declaración con el encuentro de embajadores que ha convocado el Presidente del Estado y con el nuevo período presidencial, se puede inferir que se están desarrollando intensos procesos internos para definir prioridades en la agenda de los próximos cinco años.
En ella y más allá de las intenciones y creencias ideológicas, lo cierto es que la relación con EEUU es importante en sí misma. Se trata de la primera superpotencia mundial, que tiene uno de los mercados más grandes, así como el mayor desarrollo científico-tecnológico y, aunque mermada, mantiene una capacidad decisiva de presión en el mundo contemporáneo.
Se debe sumar que han aparecido peligrosos nubarrones en el horizonte que nos advierten de la posibilidad de que la época de bonanza que el país vive –coincidentemente desde el arribo al poder por primera vez del presidente Evo Morales– estaría por terminar, lo que significaría el fin del tiempo de la administración suntuosa del Estado y el momento de comprobar si hay capacidad de administrar el Estado con recursos limitados.
Además, la Cancillería ha debido prever que el escenario de los países vecinos sufre importantes cambios. El proceso liderado por al familia Kirchner en la Argentina muestra día que pasa agotamiento, al punto que no sólo que la presidenta de ese país no puede ir a una tercera reelección, sino que es probable que la corriente que lidera sea finalmente expulsada del poder por hechos de corrupción intolerables. En Brasil, la mandataria iniciará su segundo gobierno en enero también en un ambiente muy caldeado por temas de corrupción. En cambio, parecería que Chile, Perú y Paraguay mantendrán, mejorados y adecuados, sus modelos de desarrollo y político.
En el campo de socialismo del siglo XXI la situación no es mejor. En Venezuela reina la precariedad sin que se vislumbren horizontes de reconducción económica y política. Más bien, los augurios son absolutamente pesimistas. Y si Venezuela sufre un remezón arrastrará tras de sí a Cuba, Nicaragua y algunos países del Caribe, provocando una crisis subregional de alta conflictividad.
Si es correcta esta apreciación, se podría afirmar que el Canciller del país está actuando en forma acertada, tratando de crear las condiciones para que los remezones económicos y políticos externos (que se agravan con la caída del precio del petróleo) no afecten radicalmente al país.
El reto, empero, es que la visión del Canciller pueda ser asumida por el Gobierno y no suceda, como se puede temer, que más bien se impongan las corrientes autoritarias y sectarias que a lo largo de estos nueve años han obstaculizado en forma permanente la política internacional.
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